Néstor Kohan | No
se caerá solo por arte de magia ni por la premonición de algún antiguo
calendario. Tampoco se derrumbará por efecto de un terremoto, un rayo o un
meteorito inesperado como en el cine de catástrofes de Hollywood. Al
capitalismo, como sistema de explotación y dominación mundial, hay que
derrocarlo.
I. Ni oráculo ni
apología
Sin embargo, aunque nunca se suicidará sin dar batalla, el
reino del capital cruje. Nos encontramos bien lejos de las fantasías
aparentemente tranquilizadoras y apacibles de la segunda posguerra europea. La
crisis, altanera y vengativa, atraviesa y carcome el orden completo del
entramado social. Ya no se trata única o exclusivamente de una crisis
«económica», centrada en la sobreproducción relativa, la burbuja inmobiliaria,
el desempleo y la estanflación, o de una crisis meramente política marcada por
la ausencia de gobernabilidad o la falta de credibilidad en las formas
tradicionales de representación ciudadana.