18/6/14

Su decrescita e marxismo | La decrescita è rivoluzionaria ma i marxisti non lo sanno

Marino Badiale  |  Vi è qualcosa di paradossale nel modo in cui il variegato mondo dell'estrema sinistra più o meno marxista ha finora discusso e criticato la proposta della decrescita. Vi è infatti un consenso abbastanza diffuso, fra i marxisti, su due questioni: in primo luogo lo sviluppo storico degli ultimi due secoli ha portato ad una situazione nella quale il rapporto sociale capitalistico non implica solamente, come in passato, sfruttamento e disumanità nei rapporti sociali, ma sta ormai minacciando la distruzione degli equilibri naturali e, quindi, delle stesse condizioni fisiche di una vita umana sensata, se non di una vita umana tout court. In secondo luogo, tale rapporto sociale, nella forma attuale, ha come elemento necessario la crescita della mercificazione di ogni ambito dell'esistenza, cioè la riduzione a merce di sempre maggiori settori dell'attività produttiva umana, e quindi la correlativa crescita del consumo di merci, perché beni e servizi prodotti sempre più nella forma di merci devono ovviamente trovare degli acquirenti.

Il pensiero della decrescita parte da una analisi che ha forti assonanze con quanto appena detto, e propone come risultato di

Marx inicia | Mal que les pese a algunos, los jóvenes siempre terminan teniendo la razón

  • En su juventud, Marx dedicó más de dos años a su tesis de doctorado, centrada en indagar las diferencias entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro. Este tema, en apariencia tan específico, fue la llave para abrir la puerta del azar, de la libertad, de lo no determinado en la acción humana. Una pequeña revolución del pensamiento que hoy sigue despertando el interés de los especialistas y que, más allá de la filosofía, puede leerse en la esfera de la política y la acción.
Fernando Bogado  |  Pocos filósofos están dotados de juventud. Dentro del imaginario social, la mayoría de ellos aparecen ya ancianos y con todo un sistema cerrado y autosuficiente que nos distancia de las condiciones reales de la producción de su pensamiento: ¿sintieron dudas? ¿Sufrieron las penas de ver su “sistema”, sus “ideas”, chocar con el mundo real y sus limitaciones? ¿En qué condiciones pensaron lo que pensaron y cómo trabajaron con sus respectivas influencias? Son preguntas que muchas veces aparecen resueltas de la manera más burda en el resumen biográfico, donde las “influencias” son apenas modos de pensar redes conceptuales a la hora de un resumen y no el trágico diálogo intelectual sufrido por un joven que, en un momento determinado y por circunstancias varias, tuvo que elegir y distanciarse del confort que siempre representa la doxa filosófica para atreverse a decir “no estoy de acuerdo”. La publicación de Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro, la famosa tesis doctoral de Karl Marx de 1841, nos permite sopesar cuáles son los rasgos marxistas en la temprana obra de alguien que, a duras penas, todavía no era “Marx”.

Karl Marx, entusiasmado por la perspectiva de conseguir un puesto de profesor en la Universidad de Bonn (según cierta información