Dedicado a mi padre, Antonio Labriola ✆ Gaia Scaramella |
“En la noche de densa oscuridad que envuelve a la más remota antigüedad tan distante de nosotros, brilla la luz eterna, infalible de una verdad más allá de toda duda: el mundo de la sociedad civil ciertamente ha sido hecho por los hombres, por lo que se puede y se debe encontrar sus principios dentro de las modificaciones de nuestra propia mente humana”.
Giambattista Vico, La scienza nuova, 1744
“El hombre tiene su acta de nacimiento, que es la historia. La historia es la verdadera historia natural del hombre”.
Karl Marx, Manuscritos..., 1844
Karl Marx, Manuscritos..., 1844
Jaime Massardo | Hace ya un siglo, el 2 de
febrero de 1904, fallecía en Roma Antonio Labriola, dejando una obra cuya lenta
y muchas veces tardía valoración no puede explicarse sino solamente en parte a
través de las vicisitudes de la historia de lo que el mismo caracterizara como
«el conjunto de doctrinas que se suele llamar marxismo». [3] El tono
cáustico cuando no sarcástico, la redacción algo barroca, cierta soledad
política, pero sobre todo el espíritu crítico y la radical heterodoxia de
Labriola con respecto a estas mismas doctrinas —«he tenido sólo la modesta
intención de escribir críticamente de marxismo»,
dice—, [4] no favorecieron tampoco, por cierto, la «fortuna» de sus
escritos, [5] fortuna que sigue «una línea oscilante y a menudo
contradictoria», [6] limitando considerablemente su recepción y