13/12/14

Marx y la cuestión de la Esencia Humana

Karl Marx ✆ Lana Lé
Ariel Mayo   |   La contribución de Karl Marx (1818-1883) a la teoría de la sociedad y a la elaboración de una política de la clase trabajadora es tan vasta, que resulta difícil sintetizarla en pocas líneas. Cualquier intento resulta incompleto y genera confusiones. Aclarado esto, y si se quiere avanzar en el tema, puede decirse que los logros fundamentales de la teoría marxista son los siguientes: a) la centralidad del proceso de trabajo para la determinación del carácter de una sociedad; b) las nociones de clase social (entendida como el producto de las relaciones de producción) y de lucha de clases; c) el carácter histórico del capitalismo; d) el reconocimiento de que la clase trabajadora es la única que puede enfrentar con éxito a la burguesía y lograr el pasaje del capitalismo al socialismo. Los logros mencionados en el párrafo anterior se apoyan en una serie de premisas de carácter más general. En mi opinión, una de las más importantes es aquella que se refiere a la cuestión de la esencia humana. Durante milenios, la filosofía política afirmó que los seres humanos se caracterizaban por poseer ciertos rasgos que los definían, precisamente, como tales. En otras palabras, lo humano se hallaba concentrado en una esencia. Ahora bien, esta esencia no era igual en todas las personas. Los grupos dominantes en la sociedad poseían una esencia que era diferente a la de los grupos explotados. 

Aristóteles (384-322 a.c.), el filósofo más notable de la Antigüedad clásica, sostenía que el hombre libre y el esclavo poseían esencias diferentes, siendo estas esencias las que determinaban la posición que ocupa cada uno de ellos en la sociedad. Así, el esclavo tenía una esencia que le impedía valerse por sí mismo, quedando determinada así su dependencia respecto al hombre libre.

La definición filosófica de la esencia humana se caracterizaba por ser ahistórica e inmutable, es decir, que la esencia se hallaba fuera de la historia y que no experimentaba ningún cambio. Esto tiene una importancia capital, pues cuando se produjo el ascenso de la burguesía y la nueva filosofía política pasó a revisar la cuestión del carácter desigual de la naturaleza humana, proclamando que todos los seres humanos eran iguales, los filósofos de la burguesía estuvieron en condiciones de afirmar que la esencia humana poseía los atributos del empresario capitalista (egoísmo, búsqueda de maximizar los propios beneficios, afán competitivo, etc.). Como la esencia humana era histórica e inmutable, el capitalismo era un fenómeno natural y cualquier conducta anticapitalista era contraria a la naturaleza humana. ¿Por qué había desigualdad en el capitalismo? Justamente porque la competencia, derivada de la esencia humana, determinaba que las personas más emprendedoras ocuparan los puestos superiores en la sociedad, en tanto que los inferiores quedaban en manos de aquellos que no habían demostrado habilidad en la competencia.

La definición de esencia humana esbozada en el párrafo precedente, y el individualismo, constituyeron los dos pilares filosóficos del capitalismo. Todo lo que pueda decirse acerca de su función legitimante es poco. Debe tenerse en cuenta que la utilización de la teoría de la esencia humana como instrumento para legitimar la desigualdad social se encontraba respaldada por una práctica milenaria. Este es el contexto en el que irrumpe Marx.

Sin vueltas. Marx revoluciona la filosofía política al dinamitar las bases mismas de la teoría de la esencia humana. El contenido de esta revolución se encuentra condensado en las Tesis sobre Feuerbach, Tesis N° 6. Discutiendo con el Feuerbach (1804-1872), afirma lo siguiente:
“La esencia humana no es algo abstracto e inmanente a cada individuo. Es, en su realidad, el conjunto de las relaciones sociales.” (p. 667) (1)
En dos líneas, Marx ajusta cuentas con la tradición filosófica. En primer lugar, al plantear que la naturaleza humana no es algo que se halla contenido en el interior de cada individuo, rompe con la tradición clásica y con el individualismo burgués. En segundo lugar, al sostener que la naturaleza humana es un conjunto de relaciones pasa a postular un enfoque relacional de dicha naturaleza, opuesto al esencialismo de la tradición filosófica.

Si la esencia humana deja de ser ahistórica e inmutable, no es posible justificar las diferencias sociales a partir de la naturaleza de los individuos. Es preciso recurrir a otro criterio. Si la esencia humana es el conjunto de relaciones sociales, ese criterio no puede ser otro que otro el análisis de la estructura formada por el conjunto de las relaciones sociales, el cual determina el carácter de la naturaleza humana, y también el carácter de la sociedad. Eso no es todo. Si la esencia humana es el conjunto de relaciones sociales, es claro que la misma se enriquece o empobrece según sean estas relaciones. En otras palabras, la esencia humana es perfectible, si se entiende por ello el acrecentamiento de la riqueza de las relaciones sociales. Si la naturaleza humana es perfectible, es posible un cambio radical de la sociedad, pues nada está obligado a permanecer igual a sí mismo por los siglos de los siglos.

La transformación radical del concepto de esencia humana es un caso particular del modo en que Marx dinamita la noción tradicional de esencia. Expresado de un modo más sencillo: La filosofía tradicional construía definiciones a partir de rasgos que se suponía inmutables. La esencia era, pues, la última palabra sobre las cosas y, por ende, la definición construida sobre la misma era definitiva.

En la Tesis N° 6, expresado de modo lacónico, está contenida una revolución filosófica, que permitió el desarrollo de la crítica del capitalismo. Es por ello que merece ubicarse en un listado de los logros fundamentales de la teoría marxista.

Nota

Marx, Karl, Tesis sobre Feuerbach. Incluida en: Marx, Karl y Engels, Friedrich. (1985) La ideología alemana. Buenos Aires: Pueblos Unidos y Cartago.