13/8/14

La definición marxista del concepto de sociedad en la obra ‘Trabajo Asalariado y Capital’

Ariel Mayo   |   La definición del concepto de sociedad es (resulta casi obvio decirlo) uno de los tópicos centrales de la sociología. Establecer qué es la sociedad no es una cuestión meramente técnica, en el sentido de que la respuesta que se dé a ese interrogante sirve únicamente para resolver los problemas prácticos de la disciplina (como, por ejemplo, desarrollar mejores indicadores). Representa, ante todo, una toma de posición política respecto a la relación de fuerzas existente al interior de cada sociedad.

Intentaré precisar con un ejemplo lo dicho en el párrafo anterior. El individualismo metodológico es una de las corrientes más influyentes de la teoría social contemporánea. Su postulado fundamental consiste en la afirmación de que el estudio de lo social debe comenzar por el del individuo; la sociedad es artificial, lo único natural son los individuos. Dicho en otros términos, cualquier fenómeno social puede explicarse a partir de procesos propios de los individuos (su esencia egoísta, sus preferencias, sus motivos, etc.), sin que sea necesario tomar en cuenta a los grupos sociales en la elaboración de la explicación. No se trata, por supuesto, de negar la existencia de los grupos sociales, sino de rechazar la influencia del grupo sobre el individuo o, si se reconoce que ésta existe, de relativizarla, dejando anclado el núcleo de la explicación en las características del individuo.

El individualismo metodológico implica la negación de la existencia de las clases sociales como factor explicativo del proceso social. Esta negación tiene implicaciones que van mucho más allá de lo teórico, dado que negar la existencia de las clases sociales es negar la lucha de clases; en el caso de la sociedad capitalista, significa negar la existencia del conflicto entre capital y trabajo o, en una versión más sofisticada, dejar de lado la pertinencia de este conflicto en la caracterización de los rasgos principales del orden social. Lucha de clases, clase social, socialismo, son otras tantas pavadas con que pretenden confundirnos los intelectuales de izquierda. Lo único verdaderamente importante es la percepción de nuestros intereses (entendidos como egoísmo, como negación del otro). Las respuestas colectivas a los problemas de la sociedad son ineficaces; lo único relevante al momento de transformar nuestro entorno es la percepción clara de mis propios intereses en tanto individuo separado del resto.

El individualismo a secas es el producto político del individualismo metodológico.

El individualismo metodológico, a partir de una definición particular del concepto de sociedad (basada a su vez en una determinada concepción del individuo), legitima la sociedad capitalista a través de la exaltación del individuo, desgajado de los lazos que lo unen a sus semejantes. A sabiendas que se trata de una simplificación, podemos afirmar que el individualismo metodológico no hace otra cosa que elevar la competencia en el mercado a principio explicativo central de la teoría social.

Karl Marx (1818-1883) realizó una crítica implacable del individualismo metodológico, discutiendo tanto sus fundamentos filosóficos como sus desarrollos en el plano de la economía en particular y de la teoría social en general. En este artículo quiero destacar la manera en que esa crítica se encuentra plasmada en la definición marxiana (la palabra es fea, pero me rindo ante la demanda de precisión) de sociedad. Para ello recurro al folleto Trabajo asalariado y capital (1), publicado por primera vez en 1849, y cuyo origen se remonta a unas conferencias pronunciadas en 1847 en Bruselas. Marx encara allí el problema de definir la noción de sociedad y lo hace del siguiente modo.

Marx empieza por un rodeo. No comienza hablando de “la sociedad” en general, en abstracto, sino que examina aquello que es imprescindible para la existencia de toda sociedad: el proceso de producción.
“En la producción, los hombres no actúan solamente sobre la naturaleza, sino que actúan también los unos sobre los otros. No pueden producir sin asociarse de un cierto modo, para actuar en común y establecer un intercambio de actividades. Para producir, los hombres contraen determinados vínculos y relaciones, y a través de estos vínculos y relaciones sociales, y sólo a través de ellos, es cómo se relacionen con la naturaleza y cómo se efectúa la producción.” (p. 17).

Sin producción no hay seres humanos, pues sin ella es imposible obtener los bienes necesarios para la reproducción de la existencia humana. Pero no hay producción sin el establecimiento de relaciones entre los individuos. Si se acepta esta última proposición, el punto de partida del individualismo metodológico es falso, porque el individuo nunca está aislado, sino que requiere del establecimiento de relaciones con otros individuos para poder mantenerse con vida (obtener todo aquello que requiere para vivir). De este modo, el problema de la naturaleza del individuo (y, por ende, el de la naturaleza de la sociedad) se desplaza desde el terreno de la esencia al de las relaciones sociales.

Marx denomina relaciones sociales de producción a las relaciones mencionadas en el párrafo anterior. A partir de ellas construye su definición de sociedad:
“Las relaciones de producción forman en conjunto lo que se llaman las relaciones sociales, la sociedad, y concretamente, una sociedad con un determinado grado de desarrollo histórico, una sociedad de carácter peculiar y distintivo. La sociedadantigua, la sociedad feudal, la sociedad burguesa, son otros tantos conjuntos de relaciones de producción, cada uno de los cuales representa, a la vez, un grado especial de desarrollo en la historia de la humanidad.” (p. 17).

La sociedad se define, por tanto, como un conjunto de relaciones sociales y no como el producto de la suma agregada de individuos (y, por tanto, de las motivaciones de esos individuos o de una esencia humana ahistórica). (2). Los individuos son el producto de esas relaciones sociales, y no a la inversa. Pero Marx dice algo más que eso. Privilegia dentro de las relaciones sociales a las relaciones sociales de producción. A despecho de la crítica habitual, esto no debe interpretarse como el reconocimiento por parte de Marx del carácter determinista económico de su teoría de la sociedad. Implica, en primer lugar, reconocer que es imposible la existencia misma de la sociedad si no hay producción. Además, y esto es más importante, supone reconocer que las relaciones de producción no son simplemente una cuestión técnica (un ordenamiento técnico de los factores de producción), sino que definen la estructura de poder de la sociedad. Más claro: la sociedad feudal supone la elevación de la nobleza al papel de clase dominante, en tanto que los campesinos son la clase explotada. Esta relación nobleza – campesinos es una relación social de producción, pero, como puede verse, es algo más que una relación exclusivamente económica.

La combinación de la centralidad de la relación en la elaboración de las definiciones de los conceptos sociológicos con el papel fundamental de la producción, es una de las fuentes del carácter insuperable (si el lector lo desea, puede agregar a continuación “hasta ahora”) del marxismo como herramienta de análisis social. Claro que en la definición formulada en Trabajo asalariado y capital se encuentra otro de los puntales del marxismo: el análisis de la sociedad desde una perspectiva política, de clase. Su referencia a los distintos tipos de sociedad (antigua, feudal, burguesa) remite a tipos específicos de relaciones sociales de producción que, a su vez, dependen de determinadas relaciones de propiedad, es decir, de relaciones políticas entre las clases sociales. En este punto, el marxismo rompe, como siempre, con la concepción académica de lo que debe ser una ciencia social.


Notas

1. Fue escrito en 1847 y publicado por primera vez en NEUE RHEINISCHE ZEITUNG. ORGAN DER DEMOKRATIE (Nueva Gaceta Renana. Órgano de democracia), del 5, 6, 7, 8 y 11 de abril de 1849. Posteriormente, fue editado  en folleto aparte, bajo la redacción y con un prefacio de F. Engels, en 1891 en Berlín.  Todas las citas de Trabajo asalariado y capital han sido tomadas de la siguiente edición: Marx, Karl. (1985). Trabajo asalariado y capital. Barcelona: Planeta-Agostini. (pp. 7-32). La traducción española corresponde a la editorial Progreso (Moscú). El libro es una compilación de trabajos, que incluye, además del texto tratado aquí, las Tesis sobre Feuerbach, Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850 y El dieciocho brumario de Luis Bonaparte.
2. El planteo de Marx es coherente con la caracterización de la naturaleza humana formulada en las Tesis sobre Feuerbach. En la tesis n° 6 expresa que “la esencia humana no es algo abstracto e inmanente a cada individuo. Es, en realidad, el conjunto de las relaciones sociales.” (p. 667; el resaltado es mío). Utilizo la traducción española de Wenceslao Roces: Marx, Karl y Engels, Friedrich. (1985). La ideología alemana. Buenos Aires: Ediciones Pueblos Unidos y Cartago.