Jean-Paul Sartre ✆ A.d. |
María Emilia Isorni |
No es tarea sencilla emprender el desafío de brindar una aproximación
comparativa a los conceptos de hombre y trabajo en autores como Karl Marx y
Jean Paul Sartre, cuyas argumentaciones de densidad teórica significación
notable no solo merecen estimación, por derecho propio, sino que incluso han
dado origen a principios generales aplicables en áreas diversas. Según las
consideraciones vigentes Jean Paul Sartre ha podido arreglárselas bien con el
marxismo, sin claudicar su existencialismo. Pese a esta afinidad no resultan en
tránsitos fáciles por cuanto el existencialismo aboga por lo personal y el
marxismo por lo social.
El concepto de hombre en Marx
Marx
considera al hombre en dos acepciones: como ser real de carne y hueso; y como
resultado de la historia económica, de la producción de la misma historia. El
hombre, según el autor, se realiza modificando la naturaleza para satisfacer sus
necesidades en un proceso dialéctico en el que la transformación es mutua. La
autogeneración del hombre es un proceso real, histórico–dialéctico,
entendiéndose la dialéctica como proceso y movimiento a través de la superación
sintética de las contradicciones.
Cuando Marx habla de ‘realidad’ hace referencia al contexto histórico-social, asegurando que el hombre es sus relaciones sociales. Lo que el hombre es no puede determinarse a partir del espíritu ni de la idea, sino a partir del hombre mismo, de lo que este es concretamente, el hombre real, corpóreo, no es un ser abstracto, fuera del mundo, el hombre es en el mundo.
La libertad, la capacidad de actuar eligiendo, está limitada a las de-terminaciones históricas, pero es al mismo tiempo el motor de aquéllas cuando las relaciones sociales y técnicas entran en crisis. Para Marx, Dios, la Filosofía y el Estado constituyen alienaciones en el pensamiento, alienaciones dependientes de la alienación económica, considerada como única enajenación real. En líneas generales, Marx defiende la idea de que la alineación empobrece al hombre sociohistórico, negándole la posibilidad de modificar aspectos de los ámbitos en los que se ve involucrado, provocándole una conciencia falsa de su realidad. Sin embargo, este es un hecho que puede suprimirse. Políticamente, aboga por una sociedad comunista. Entre el hombre alienado (aquél que no coincide consigo mismo) y el hombre comunista (aquél que finalmente es igual a hombre) se coloca el proceso transformador. Solo en la sociedad comunista habrá desaparecido toda alienación 2.
Cuando Marx habla de ‘realidad’ hace referencia al contexto histórico-social, asegurando que el hombre es sus relaciones sociales. Lo que el hombre es no puede determinarse a partir del espíritu ni de la idea, sino a partir del hombre mismo, de lo que este es concretamente, el hombre real, corpóreo, no es un ser abstracto, fuera del mundo, el hombre es en el mundo.
La libertad, la capacidad de actuar eligiendo, está limitada a las de-terminaciones históricas, pero es al mismo tiempo el motor de aquéllas cuando las relaciones sociales y técnicas entran en crisis. Para Marx, Dios, la Filosofía y el Estado constituyen alienaciones en el pensamiento, alienaciones dependientes de la alienación económica, considerada como única enajenación real. En líneas generales, Marx defiende la idea de que la alineación empobrece al hombre sociohistórico, negándole la posibilidad de modificar aspectos de los ámbitos en los que se ve involucrado, provocándole una conciencia falsa de su realidad. Sin embargo, este es un hecho que puede suprimirse. Políticamente, aboga por una sociedad comunista. Entre el hombre alienado (aquél que no coincide consigo mismo) y el hombre comunista (aquél que finalmente es igual a hombre) se coloca el proceso transformador. Solo en la sociedad comunista habrá desaparecido toda alienación 2.
El hombre,
creía Marx, es infinitamente perfectible. Las facultades humanas, latentes y
potenciales tienen una capacidad ilimitada de desarrollo. Si el hombre es ahora
nada más que una “bestia de trabajo limitada a las más estrictas necesidades
corporales” (Marx, 1968:101) no es necesario que permanezca en esta situación,
puede alcanzar las formas más altasde la creatividad, el pensamiento y la
acción. Evidentemente, Marx tenía una imagen de lo que podía y debía ser el hombre.
Empero, las facultades creadoras latentes del hombre eran sofocadas y
reprimidas por la situación propia de todas las sociedades clasistas. El
capitalismo no sólo estaba impidiendo la realización de las potencialidades
humanas, los despojaba de sus necesidades animales: alimento, sexo, etc. Lejos
de desarrollar sus facultades esenciales, se rebajaba y se deformaba al hombre,
que se convertía así en algo menos que un animal (1968: 117).En estos escritos filosóficos,
Marx aludía a la deshumanización del hombre como una consecuencia de la
alienación. Esta idea, aunque de origen hegeliano, sufrió una transformación en
Marx. La alienación en Hegel era un proceso de objetivación y exteriorización
por el cual el hombre se realiza históricamente; proceso que tenía un sentido positivo, ya
que para alcanzar resultados se requería según la dialéctica atravesar el movimiento
de despliegue, de concreción de determinaciones. Marx, por el contrario,
analizó la alienación 3 como un fenómeno social manifiesto y lo abordó en
el contexto de relaciones específicas y en un sistema socio-histórico también
específico, su examen parte de hechos económicos, no para resignarse a ellos
sino para cambiarlos. Por ello puso el acento en el aspecto negativo de la
alienación, tal como se muestra en las contradicciones de la sociedad
capitalista con sus componentes de explotación e individualismo.
El concepto de hombre en Sartre
Por su
parte, cuando Sartre aboga por un existencialismo ateo afirma que:
...si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre (...) El hombre empieza por existir, se encuentra, sur-ge en el mundo y después se define. El hombre empieza por no ser nada. Sólo será después y será tal como se haya hecho. Así pues no hay naturaleza, porque no hay Dios para concebirla. El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere y como se concibe después de la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo4
La peculiar
posición del hombre respecto del resto de seres es que empieza no teniendo un
ser propio, se construye a sí mismo a partir de sus proyectos;
el hombre es lo que ha proyectado ser. De este modo, Sartre relaciona
la libertad con la falta de naturaleza: tener una naturaleza o esencia implica
que el ámbito de conductas posibles está ya determinado; que algo tenga una
naturaleza quiere decir que el tipo de conductas posibles estár estringida o
limitada por su propio ser; pero el hombre no tiene naturaleza, no tiene una
esencia, por lo que es libre y es lo que él mismo ha decidido ser.El hombre
en su origen es algo indeterminado, sólo nuestras elecciones y acciones forman
nuestra personalidad. Si no existe una naturaleza común a todos los hombres,
¿por qué reconocemos en el otro a un semejante? En su trabajo El existencialismo es un humanismo, introduce el concepto de “condición humana”,
que según Sartre es “el conjunto de los límites a priori que bosquejan su
situación fundamental en el universo”. Estos límites son comunes a todos los
hombres; es el marco general en el que invariablemente se desenvuelve la vida
humana. Resume este marco básico de la vida humana en los puntos siguientes:
estar arrojado en el mundo; tener que trabajar; vivir en medio de los demás
y ser mortal.
Todo individuo, toda sociedad se ha tenido que enfrentar a estos hechos
inevitables y ha resuelto de distintos modos los problemas vitales a los que
conducen. Con estos cuatro puntos Sartre se refiere
a la inevitable sociabilidad humana, a la inevitable libertad
en la que vive el hombre y a la inevitable indigencia
material de nuestra existencia, indigencia que
obliga al trabajo y a las distintas formas de organización social, que sobre el
trabajo se levantan. La existencia de la “condición humana” es lo que puede
hacernos comprensibles los distintos momentos históricos y las vidas
particulares; aunque los proyectos humanos sean distintos no nos son extraños
porque todos son formas de enfrentarse a estos límites. En este sentido, todo
proyecto, por muy individual que parezca, tiene un valor universal, en palabras
de Sartre: es comprensible para todo hombre.
En “Cuestión de método”, Sartre
señala su aceptación plena del materialismo dialéctico de Marx en cuanto a los
principios. No existe por tanto la realidad espiritual, tampoco existe una
esencia humana, una naturaleza del hombre, el hombre es puro hacerse, pero
hacerse en relación con lo otro de sí (relación-alienación) según enlaces dialécticos;
y lo otro del hombre es la materia y los demás.
El hombre es reducido a su vinculación social y a la historia
social. Señala Sartre que el marxismo deberá enriquecerse dando mayor relieve
al individuo singular en la línea de Hegel, es decir, viendo encada singular el
lugar de realización concreta del universal. En consecuencia, Sartre critica al
marxismo contemporáneo por su incapacidad para comprender lo singular. Las
tendencias dominantes dentro del marxismo contemporáneo se inclinan a
convertirlo en un determinismo donde las relaciones económicas –lo universal–
son la única explicación de lo que cada acontecimiento tiene de racional. Lo
que no logra ser reducido a lo económico es abandonado al azar. En Sartre esta cuestión
es inaceptable por cuanto no tiene sentido detener la investigación al llegar
al individuo; el saber debe ser totalizador y debe poder explicar hasta lo
aparentemente irracional y causal. Tampoco es lícito tratar de reducir lo
político, lo filosófico, lo religioso, lo psicológico a las - 59 -condiciones
económicas, ya que cada sector de la vida presenta determinaciones concretas
que poseen cierta autonomía y originalidad 5.
Según
Sartre, hay una cuestión a entender, la sencilla descripción de cualquier
situación humana revela la importancia de hallar las mediaciones entre la
estructura económica y lo individual, muestra que lo universal siempre se vive
en lo particular, que es en una familia especial donde “se hace el aprendizaje
de una clase” o a través de los grupos concretos que estudia la sociología como
se experimentan las relaciones económicas. Entre lo económico y lo individual,
entre una estructura abstracta y la historia concreta, individual o colectiva
hay una serie de mediaciones que deben abordarse previamente.
El existencialismo pretende sin ser infiel a las tesis marxistas, encontrar las mediaciones que permiten engendrar lo concreto singular, la vida, la lucha de clases real y fechada, la persona en tanto subjetividad, consciente y libre,a partir de las contradicciones generales de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción (Sartre, 1970: 25).
El
trabajo | Algunas dimensiones de análisis en el pensamiento de Marx
Para Marx la actividad
principal y más importante del hombre es el trabajo, es la producción de vida y
mantenimiento del proceso vital. El trabajo no es una mera adaptación a la
naturaleza sino una transformación consciente e intencional de las condiciones
naturales. El hombre no solo es un animal laborans es
también un homo faber, vive y actúa en dos mundos
simultáneos: artificial y natural.
Los hombres actúan sobre la
naturaleza interactuando unos con otros, “(…)
entran en relaciones sociales y políticas delimitadas (…) producen y reproducen
materialmente su vida y son activos dentro de límites materiales, presuposiciones
y condiciones determinadas, independientes de su voluntad”
(Marx y Engels, 1960: 7). Los ‘límites materiales’ se refieren tanto a las
condiciones naturales como sociales que se imponen a los hombres.
En palabras de Marx el modo
de producción es un modo definido de vida. Lo que son los hombres
coincide con su producción, tanto con lo que producen como con el modo
de
producirlo. El modo de producción es pues el concepto que emplea Marx para
referir al complejo proceso por el cual los hombres interactúan simultáneamente
con la naturaleza y entre sí. Se compone de dos partes: relaciones de propiedad
y fuerzas productivas. Con la primera Marx quiere señalar que en el proceso de
la producción los hombres trabajan con otros y para otros hombres. Bajo el
capitalismo los que poseen y controlan los medios de producción tienen poder
sobre los que no. Estos, que han sido separados de sus medios de producción y que
sólo poseen su fuerza de trabajo, sirven y obedecen. Por su parte, en la expresión
fuerzas productivas se incluye, ante todo, a la fuerza de trabajo real de los
hombres que trabajan. Incluye a los trabajadores, a los instrumentos de
producción que emplean y a la forma definida de cooperación, condicionada por
los instrumentos y medios de producción.
En El
capital Marx trata con detalle la cuestión del trabajo
alienado. Allí mismo, el autor llama a la primera fase del desarrollo de las
fuerzas productivas, el modo de ‘cooperación simple’: un número mayor de
operarios que trabajan juntos al mismo tiempo y lugar, para producir el mismo tipo
de mercancía, bajo las órdenes de un capitalista. Aquí se hace hincapié en la
fuerza socialmente productiva que surge al agrupar a hombres para que trabajen
y cooperen entre sí. El capitalista obtiene la plusvalía6 en forma directa de
la cooperación. La fase siguiente que se basó en una división del trabajo más
compleja entre muchos obreros, en la que cada cual tiene su operación
especializada, es la base del sistema productivo llamado ‘manufactura’. Dentro
del cual la división del trabajo cada vez más compleja alienaba al obrero de
sus facultades creadoras y, por consiguiente, lo disminuía como ser humano. La
mayor productividad de la nueva organización del trabajo era posible por la
división, clasificación y agrupamiento de los obreros según sus funciones
específicas, la organización toma lo que se quita al obrero en cuanto a su
habilidad artística, capacidad creadora y facultades reflexivas. La
organización se ha enriquecido como totalidad alienando al obrero de sus
facultades individuales.
Si en la ‘manufactura’ la
revolución en los medios de producción comenzó con la organización de la fuerza
de trabajo, en la ‘industria moderna’ se inició con los instrumentos de
producción. En contraste con la manufactura, en el que el proceso productivo se
adaptaba a las habilidades del obrero, el sistema mecánico obligó al obrero a
adaptarse a la máquina. El desarrollo de las fuerzas productivas bajo el
capitalismo era hasta entonces una manifestación de la creciente alienación del
hombre que pierde cada vez más el control del proceso de producción. Lejos de
abandonar el concepto de alienación, Marx aguzó y concretó su significado: lo
vinculó con la deshumanización del hombre en las condiciones del capitalismo industrial.
Por su parte, a través de
la teoría de la explotación (ley histórica) pone al descubierto el mecanismo de
la plusvalía y de la explotación que supone la división de la sociedad en
clases. En la contradicción entre fuerzas y relaciones de producción se
introduce la lucha de clases: la de los empresarios o poseedores de los medios
de producción con la de los obreros o proletarios, en función de una relación
de poder entre dos categorías
sociales7.
El
trabajo | Algunas dimensiones de análisis en el pensamiento de Sartre
El trabajo en Sartre es
definido como una operación material encaminada a producir un determinado objeto,
como determinación del campo práctico y en vistas a cierto fi n. En sus
análisis, este autor se separa explícitamente de Marx porque no supo explicar el
origen de la lucha de clases. En efecto, el conflicto para Sartre no nace de la
diversidad de intereses, la diversidad de intereses nace del conflicto motivado
por la rareza8. La rareza es lo abstracto de raro: cantidad insuficiente de una
materia necesaria, escasez.
La rareza no solo es de la
materia o de algo negativo, es también un hecho cuantitativo: no hay cantidad
suficiente de materia para la cantidad de individuos, algunos sobran y la
sociedad ha de determinar los que van a sobrevivir (Sartre, 1970: 204). De ese
antagonismo, nace la violencia. Entonces, el punto de arranque de la dialéctica
sartreana está en una doble negación originaria de orden material, la negación
que supone al individuo afectado por la necesidad, y la negación de la escasez
o rareza de materia para esa necesidad. De aquí procede el trabajo del
individuo. Este trabajo es un accionar negativo y destructivo sobre la materia
y sobre todo lo que es, por tanto, también sobre los demás, y sobre uno mismo
en cuanto que es. Ante los demás esa acción negadora es violencia, vínculo primario
entre los hombres. Frente a los demás individuos se añade también un nuevo
título que fundamenta la violencia: la escasez de materia y la multitud de
personas afectadas por la necesidad, que pone a todos en situación de lucha.
Dice Sartre, la
inteligibilidad de la lucha, la de la Historia, sólo será posible desde la perspectiva
de la escasez. Las luchas no son puros accidentes de la historia humana “representan
la manera misma en que los hombres viven la escasez en su movimiento perpetuo
para superarla”9. Mientras no se haya logrado que la abundancia sea el nuevo
rasgo que determine las relaciones de los hombres con el universo, los
desplazamientos de la escasez (del producto, de la herramienta, del
conocimiento, etc.) serán vividos como desplazamientos de las luchas humanas.
Sartre acepta que lo único
que podemos inferir es que la lucha “engendra productos que, desde un punto de
vista, el de la escasez puede ser considerada como unidad, que engendra
productos que serán las circunstancias materiales que deberán superar otras
generaciones lanzadas a otros conflictos”10. La lucha en tanto que desborda a
los propios adversarios, se engendra así misma como su propio proceso. Sin
embargo, remite constantemente a la praxis que será a su vez otra, diversa, de
lo que cada uno de los grupos ha proyectado. Eso mismo es el proceso histórico
en tanto que, como señala Sastre, es “temporalización en curso de la historia humana”
(1970: 23).
Se ha señalado ya que el
concepto de trabajo en Sartre significa una operación material, que busca
producir cierto objeto como determinación del campo práctico y en vistas a
cierto fi n. Cabe aquí presentar la noción introducida por el autor de
anti-trabajo, a la que considera como una actividad doblemente antagonista en
la que cada subgrupo intenta desviar o destruir el objeto producido por el otro11.
Sobre estas cuestiones no me extiendo, excedería el objetivo propuesto y los
límites de espacio para presentaciones de este tipo.
Para terminar, baste
señalar algunas conclusiones de importancia. Para Sartre, la realidad humana,
el proyecto, el otro escapan al saber, no son reductibles a conceptos aunque
siempre sea posible comprenderlos.
Hay una comprensión de la
existencia anterior a todo saber que revela al otro y hace visible el sentido
de sus proyectos. Esta comprensión, según Sartre, no se distingue de la praxis
y es a la vez la existencia inmediata (puesto que se produce como el movimiento
de la acción) y el fundamento de un conocimiento indirecto de la existencia
(puesto que comprende la existencia del otro). Este es el hilo conductor que
conecta el existencialismo con el marxismo. En la medida que el marxismo oficial,
por su negativa a enfrentarse a lo individual y a lo singular, por su rechazo a
acercarse a la existencia humana concreta carece de un fundamento, el esfuerzo
del existencialismo por “engendrar un verdadero conocimiento comprensivo que
encuentre de nuevo al hombre en el mundo social y lo siga en su praxis o en el
proyecto que lo arroja hacia posibles sociales a partir de una situación definida”12
debe ser considerado como una tarea que se lleva a cabo dentro del marxismo.
Es la insuficiencia del
marxismo lo que deja campo al existencialismo y como señala Sartre:
“… a partir del día en que la investigación marxista tome la dimensión humana, es decir, el proyecto existencial, como el fundamento del saber antropológico, el existencialismo no tendrá razón de ser: absorbido, superado y conservado por el movimiento totalizante de la fi losofía, dejará de ser una investigación particular para convertirse en el fundamento de toda investigación…” 13.
Bibliografía
Aron, R. (1990): Las
etapas del pensamiento sociológico, Buenos Aires, Siglo XXI.
Marx, K. (1965): El
capital, México, Fondo de Cultura Económica.
--------. (1968): Manuscritos
de 1844. Economía política y filosofía, Buenos Aires, Arandu.
Marx, K. y F. Engels
(1960): La ideología alemana, Nueva
York (USA), International Publishers.
Sartre, J. P. (1970): Crítica
de la razón dialéctica, Tomo I y II, Buenos Aires, Losada.
--------. (2010): El
existencialismo es un humanismo, en http://www.temakel.com/ node/139
Fecha
de consulta, 08/06/2011.
Zeitlin, I. (1989): Ideología
y teoría sociológica, Buenos Aires, Amorrortu.
Notas
1 Docente-Investigadora de la Universidad
Nacional de Santiago del Estero. Lic. en Sociología, Especialista y Máster en
Metodología de la Investigación Científica y Técnica. En proceso de tesis
doctoral: Doctorado en Humanidades, Universidad Nacional de Tucumán. E-mail: m_isorni@hotmail.com; marili@unse.edu.ar
2 Se advierte que para Marx el
establecimiento de lo que él llamaba comunismo no era un fin, sino un medio
para que el hombre alcance mayor libertad y mayor humanidad: “(...) llamamos comunismo al movimiento real
que suprime el presente estado de cosas (…) es la fase real necesaria de la
próxima etapa de desarrollo histórico en el proceso de la emancipación y de la
recuperación humana” (Marx y Engels, 1960:45).
3 El concepto tiene dos acepciones. En un
primer sentido significa ‘desprenderse’, ‘renunciar a’, ‘privarse de’, ‘despojarse
de’, ‘hacerse exterior a sí mismo’. En un segundo sentido, implica a dos
personas que se distancian una de otra. El término es complejo y se hace referencia
a un proceso también complejo que presenta varios aspectos. Estas cuestiones pueden
verse en Marx, K., 1965, El capital, México, FCE.
4 Sartre, J. P. El
existencialismo es un humanismo, en www.temakel.com/texfi
lsartr.htm Fecha de consulta 08/06/2011.
5 Estas cuestiones están excelentemente
tratadas en Sartre, J. P. 1970, Crítica de la razón dialéctica, Buenos Aires,
Losada.
6 En el Tomo I de El
capital, Marx se plantea: si la esencia del capitalismo es la búsqueda de la
ganancia, ¿de dónde viene ella?, ¿cuál es el resorte que tienen los productores
y comerciantes para realizarla? Mediante la teoría de la plusvalía demuestra
que todo se cambia por su valor y que, sin embargo, existe una fuente de
ganancia. Las etapas de la demostración son: la teoría del valor, la teoría del
salario y la teoría de la plusvalía. Primera proposición: el valor de
una mercancía es proporcional a la cantidad de trabajo social medio incluido en
ella. Segunda proposición: el valor del trabajo se mide como el de
cualquier otra mercancía. El salario que el capitalista paga al asalariado a
cambio de su fuerza de trabajo que éste le vende a aquél, equivale a la
cantidad de trabajo social necesario para producir las mercancías
indispensables para la vida del obrero y su familia. Se paga el trabajo humano
por su valor, de acuerdo con la ley general del valor, que es aplicable a todas
las mercancías. Tercera proposición: el tiempo de trabajo necesario para que
el obrero produzca un valor igual al que recibe bajo la forma de salario es
inferior a la duración efectiva de su trabajo. La parte de la jornada necesaria
para producir el valor cristalizado en su salario se denomina trabajo necesario
y el resto es el sobre trabajo que recibe el nombre de plusvalía. Por su parte,
la tasa de explotación se defi ne por la relación entre la plusvalía y el
capital variable.
7 Algunos comentarios pueden verse en
Aron, R., 1990, Las etapas del pensamiento sociológico, Buenos Aires,
Siglo XX y en Zeitlin, I., 1989, Ideología y teoría sociológica, Buenos Aires,
Amorrortu.
8 Crítica de la razón dialéctica, ob. cit., p.
278.
9 Crítica de la razón dialéctica, Tomo II: 22.
10 Ibíd.: 23.
11
Ibíd.: 105.
12 En “Cuestión de método”, 1970: 105.
13
Ibíd.: 111.
http://fhu.unse.edu.ar/ |