Marcela
Gamberini | Réimon
es una sutileza, una puesta en escena de la dialéctica actual y profunda del
amo y el esclavo. El gran protagonista de la película es el trabajo, la fuerza
del trabajo y sus efectos sociales. La lectura de El capital de Karl Marx actualiza los conceptos, las ideas y a la
vez los representa. La representación de conceptos históricos y legendarios en
imágenes es complejo. La película cuestiona, interroga con sus imágenes aquello
que dice con palabras.
Réimon es una trabajadora, callada, sencilla, modesta. Su
vida familiar se retrata en los primeros planos de sus parientes, una comida
familiar, unos rostros sencillos, trabajadores. ‘Réimon’, nombre travestido de
Ramona, trabaja de mucama, trabaja todo el día. Empieza al amanecer subiendo y
bajando de colectivos, trenes y colectivos, atravesando puentes y autopistas,
como si quisiera unir con la costura de su cuerpo aquellos márgenes. Su ocio es
casi nulo, trabaja sin parar. Cuando llega a su casa, saca a pasear al perro en
una secuencia maravillosa que se juega en la abierta luminosidad, en los
sonidos ambientes, en los ladridos furiosos de los perros; este es el recorrido
del trayecto que Ramona hace día a día, firmando su cotidianeidad, su rutina.
La cámara de Rodrigo Moreno
acompaña a Ramona en su recorrido por la
calle con su perro y de pronto ella desaparece de cuadro, la cámara sigue
quieta unos segundos en un fresco plano secuencia que implica tiempo y espacio.
Cuando desaparece la cámara la espera hasta que ella vuelve, entra de nuevo al
cuadro, sin molestarla, sin imponerle ningún código, creando entre la cámara y
la protagonista una proximidad palpable. Este acercamiento, pudoroso y honesto,
es el acercamiento de Moreno a una clase que no pertenece. No horada en sus
conflictos, no se regodea en sus carencias, sólo se acerca, casi con timidez,
sutilmente, a esta incansable y callada trabajadora.
Además, estas secuencias muestran la laboriosidad de las
ciudades, sus trayectos, sus amaneceres y a la vez demarcan un límite que es
siempre impreciso entre la capital y el conurbano bonaerense. Estas secuencias
“de recorrido” ponen en escena los límites físicos y sociales, morales y éticos
del mundo del trabajo que es justamente de lo que habla Marx en El capital.
Réimon, Rodrigo Moreno, Argentina-Alemania, 2014
Esa mujer con sombrero, es poética y es política. Es
trabajadora, viajera y parca. Su perfil –la película muestra varias veces la
demarcación de su rostro de perfil -es el perfil de una clase. Mientras
sus patrones leen a la cámara El Capital
–un guiño sensible al cine del Godard de los 60- Ramona limpia, acomoda,
ordena. El amo en algún momento invita a Ramona a bailar, el amo y el esclavo
en clave humorística, sus relaciones imposibles y en el medio la fuerza del
trabajo. El encuentro o el desencuentro siempre complejo entre las clases. Lo
interesante es que Moreno expone la contradicción entre las clases como
interrogación, no es su objetivo resolverla, solo hacerse la pregunta. Y este
gesto interrogatorio muestra el costado más político de la película.
No son menores los datos que Moreno expone al comienzo de la
película, el amateurismo, la escasa producción y la cantidad extenuante de días
de rodaje, de edición, es la duplicación especular del trabajo de Ramona. Ese
mundo del cine con el que trabaja Moreno, un cine casi artesanal, es el cine de
los obreros que como Ramona, muestran crudamente la relación conflictiva entre
la fuerza de trabajo, el mucho tiempo empleado y el dinero, siempre escaso,
siempre poco. Y en el medio de esta relación, el talento de Rodrigo Moreno, su
arduo trabajo, su compromiso político, su bella película.