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Trần Đức Thảo y la semiótica de la cultura

Trần Đức Thảo
✆ Theo Di Liêng
Informe sobre la traducción del libro 'Recherches sur l’origine du langage et de la conscience'. Breve reseña de su contenido y presentación de su autor, el filósofo vietnamita Trn Đc Tho.

Gastón Gaínza Álvarez  |  Esta ponencia, presentada en las Jornadas de Investigación del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas (CIICLA), celebradas entre los días 28 y 30 de marzo del 2007, es producto de una actividad de investigación que efectué en el año 2006, que consistió en traducir el libro Recherches sur l’origine du langage et de la conscience (en lo sucesivo Recherches…), de Trn Đc Tho. El borrador de la traducción está todavía en proceso de depuración y afinamiento, y estimo que su permanencia en los viejos odres en que debería mejorar su calidad, aún tomará su tiempo.El propósito final del proceso es elaborar una edición crítica de la versión castellana del libro. En la “Presentación” de esa virtual publicación, tendré que referirme a su autor y al contenido de la obra. Por consiguiente, esta ponencia es como una primera versión de ese apéndice introductorio. La vinculación del libro de T. D. Tho con la semiótica de la cultura o culturología reside en la fascinante tesis que lo sustenta, en el sentido de que la emergencia de la conciencia humana está articulada íntimamente con el surgimiento de la capacidad lingüística de los seres humanos, como instrumento estructurador de una cultura.

El autor

No ha sido fácil conseguir una información biográfica transparente y continua del filósofo vietnamita Trn Đc Tho, porque desde su retorno a Vietnam, en 1951, hasta su regreso a París en 1991, transcurrieron en su país natal 40 años de inestabilidad económico-política y contiendas político-militares, de las que el proceso de liberación del yugo colonialista francés, triunfante en 1954, y la guerra revolucionaria para crear una república socialista, entre 1962 y 1975, son sus más claros exponentes.

Por lo pronto, Trn Đc Tho nació en Hanói en 1917. Bachiller “indígena” del Liceo Francés de Hanoi, inició sus estudios universitarios en París, en 1936, durante el periodo del Frente Popular. Se graduó en 1944 como “Agregado” de Filosofía, con una tesis sobre la fenomenología de Edmond Husserl. En el periodo siguiente, 1944-1945, se incorporó en el curso “Las ideas directrices para una fenomenología” de dicho filósofo alemán, en la Universidad de Lovaina, Bélgica.

A fines de ese mismo año de 1945, participó en el Congreso de la sección vietnamita de la Resistencia de los trabajadores inmigrantes y fue elegido Delegado general. Es entonces cuando se incorporó en el Partido Comunista de Francia y fue arrestado, a raíz de la respuesta a una pregunta que le formuló un periodista francés: “¿Qué harán los indochinos cuando desembarque allí el cuerpo expedicionario francés?” Lacónicamente, dijo: “Se les recibirá a tiros”. Estuvo detenido entre octubre y diciembre Con todo, nunca volvió a manifestar convicciones como las explícitas en la anécdota.

En los años cincuenta, desempeñó un importante papel en la confrontación entre la fenomenología de Husserl, el existencialismo de Sartre y el marxismo. A partir de 1948, publicó en la revista Les Temps modernes una serie de entrevistas “contradictorias” con Jean-Paul Sartre. Era la época en que éste consideraba el marxismo como “el horizonte inmejorable de nuestro tiempo”. Por cierto, la problemática fundamental de la polémica fue sobre la política colonial en Indochina.

En 1951, publicó La fenomenología y el materialismo dialéctico, la primera obra que le proporcionaría reconocimiento, cuyas matrices originales están en su ya citada tesis de graduación. En ese mismo año, retornó a su país, donde colaboró con el Partido Comunista vietnamita en las tareas de la lucha anticolonialista. Incorporado a la resistencia de su país, al producirse la Liberación, en 1954, fue nombrado Decano de la Facultad de Historia de la Universidad  de Hanoi. Sin embargo, su espíritu crítico causó malestar entre algunos dirigentes. Las autoridades lo vincularon con los disidentes intelectuales del régimen, en el proceso “Nhan Van– Giai Pham”. Aunque nunca fue encarcelado, sus obras fueron censuradas. Después de esta experiencia, se recluyó en provincias rurales para dedicarse a la traducción de textos filosóficos occidentales al vietnamita y al desarrollo de sus investigaciones sobre el origen del lenguaje y de la conciencia.

Sin embargo, sus vínculos con Francia le permitieron publicar periódicamente artículos en La Pensée. Asimismo, la importante editorial francesa Éditions Sociales le publicó, en 1973, sus Recherches… A comienzos de 1991, retornó a Francia. A fines de mayo de ese año, fue recibido por el periódico L’Humanité. Falleció en París, a los 76 años, en abril de 1993 (Humanitè Presse y Wikipedia).

Las investigaciones sobre el origen del lenguaje y de la conciencia

El abordaje del sentido de las Recherches… exige considerar este libro en un proceso de investigación y producción literaria sin solución de continuidad. En estricto sentido, con él culmina un discurso motivado por las relaciones epistemológicas entre la fenomenología, el existencialismo y el marxismo.

Si bien el título de su primera obra sugiere el intento de relacionar la fenomenología de Husserl con el materialismo dialéctico, Roland Barthes, en la reseña crítica que le dedica, aclara: “Esta relación no supone una conciliación: lo que la fenomenología puede aportar al marxismo es una manera de describir lo vivido; estaría tentado de decir: un lenguaje: Por el contrario, el materialismo dialéctico aporta a la descripción fenomenológica un horizonte y un remate final”. En la primera parte de su libro, T. D. Tho señala, según Barthes, que “la fenomenología [en sí misma] permanece incompleta; por el contrario, el marxismo es autosuficiente y solo puede recibir de la fenomenología una especie de técnica auxiliar. En realidad, se trata de un ciclo de alternancia: la fenomenología le pasa la antorcha al marxismo y le entrega el vocabulario que permite describir el movimiento de la conciencia y los mitos de la Historia”.

Barthes señala, además, que en la segunda parte del libro 
“T. D. Tho pone la descripción fenomenológica al servicio de dos afirmaciones mayores del marxismo. La primera es que la conciencia se elabora a partir de la materia; al respecto, T. D. Tho analiza un cierto número de comportamientos animales e infantiles y, al describir el desfase general que se produce entre los actos reales y sus significaciones vividas, puede apoyar todo estado de la conciencia sobre un estado anterior de la materia pues, para Tho, ‘en el movimiento intencional no hay nada más que un movimiento real amagado y reprimido’. La segunda (…) consiste en que cada una de las diferentes ideologías de la humanidad tiene un contenido económico preciso. Tho establece la dialéctica de las sociedades humanas y comprueba en cada mitología o en cada filosofía el reflejo mimético de las relaciones económicas de su tiempo” (Barthes: 1951).

En lo que a las Recherches… se refiere, las tres investigaciones que estructuran el libro se desarrollaron en ese período en que, con el propósito de lograr un bajo perfil político, vivió en villas rurales. Como se dijo anteriormente, sus vínculos con La Pensée le permitieron ir publicando en Francia, entre 1966 y 1970, artículos que eran productos de ese trabajo. Con rigor y consecuencia, Tho parte de la tesis básica del marxismo sobre el origen de la conciencia, según la cual ésta es efecto de las relaciones sociales de producción y reproducción material de la existencia humana. Por lo mismo, se genera en íntima articulación con las praxis productivas, incluidas en ellas la elaboración de herramientas y útiles, así como la utilización de la capacidad lingüística real.2 Las tres matrices de investigación que aglutinan el sentido del libro dan título, respectivamente, a las tres partes en que Tho lo segmenta. La primera es “El movimiento de la indicación como forma originaria de la conciencia” (pp. 9-57). En ella, desarrolla su tesis sobre la aparición de la conciencia por “la forma de la indicación [deixis]3 mediante el gesto y la voz”. Esa aparición, en un largo proceso histórico, supone etapas:
“Por consiguiente, consideramos que la toma de conciencia, en su movimiento originario, se realiza en tres momentos. Ante todo surge, al producirse la retardación de un miembro del grupo, una toma de conciencia esporádica4, como destello de conciencia que tiene por función incitar al sujeto a superar su propia retardación para que se ponga al nivel del movimiento social. Luego viene la toma de conciencia colectiva, que permite una generalización del signo inicial para que, en adelante, el grupo disponga de él en situaciones de trabajo urgentes. Finalmente, llega la toma de conciencia individual, que consuma la generalización del signo poniéndolo, constantemente, a disposición del individuo” (Original, p. 30).
Hacia el final del producto de su primera investigación, Tho señala: “Por lo tanto, todo estudio de la conciencia debe asumirla en sus dos aspectos: por una parte, en su movimiento ideal como imagen del mundo exterior; por otra, en su realidad efectiva como movimiento ideal de la materia, esto es, del hombre social real y, más precisamente, de su cerebro. Esta es la razón por la que Lenin define la teoría del conocimiento, o sea, el producto de la conciencia, no por dos, sino por tres términos: “Hay aquí realmente, objetivamente tres términos: 1) la naturaleza; 2) el conocimiento humano = el cerebro de los seres humanos (como producto superior de esta misma naturaleza), y 3) la forma del reflejo de la naturaleza en el conocimiento humano, forma que consiste en los conceptos, las leyes, las categorías, etc.” (37).5 Queda claro que es en la consideración de este tercer término –‘la forma del reflejo’--, o sea, la forma idealizada en que el conocimiento se presenta como imagen ideal del mundo exterior, que la oposición entre la conciencia y la materia aparece como absoluta. De esta manera se resuelve “la cuestión gnoseológica fundamental: ¿qué es primero, qué es lo segundo?” Porque es evidente que la imagen ideal del mundo exterior solo puede ser secundaria respecto a su realidad material. Aunque aparte de “los límites más restrictos” de esta cuestión, la gnoseología debe igualmente asumir el conocimiento en su realidad efectiva, como movimiento concreto de su devenir histórico. Y aquí Lenin no vacila en poner el signo de igualdad (=) entre el conocimiento humano y el cerebro humano. El conocimiento es el propio cerebro en su movimiento de conocimiento: “la materia que piensa” o, como le gustaba repetir a Engels, “el cerebro pensante” (38). Y en este movimiento del cerebro humano como producto superior de la naturaleza y que reproduce esta misma naturaleza en sí misma, está, en definitiva, la propia naturaleza que se conoce a sí misma: el ser humano, dice Engels, es “el vertebrado en el cual la naturaleza llega a la conciencia de sí misma” (39).

“El lenguaje sincrético” (pp. 59- 244), es la segunda investigación y el título de la segunda parte del libro. Está, a su vez, dividida en tres apartados o capítulos: 1) El devenir del instrumento, 2) El nacimiento del lenguaje y 3) El vacío [alvéole] de la dialéctica del conocimiento. En las consideraciones que hace sobre ‘el nacimiento del lenguaje’, Tho establece una hipótesis de trabajo mediante la cual propone una periodización del desarrollo de los niños en el proceso de adquisición del lenguaje verbal. Así, por ejemplo, considerar la etapa de crecimiento del niño entre 14 y 20 meses, para los efectos de su desarrollo lingüístico, como lo que denomina “edad del prehomínido”. Pero aclara: “Evidentemente, debemos tener en cuenta que hay una diferencia considerable: el niño viene al mundo con la anatomía del Homo sapiens y es recibido en una sociedad civilizada. Aunque su córtex cerebral aún no está totalmente recubierto, sus primeras palabras, en la edad del prehomínido, ya presentan un comienzo de articulación, de la que, sin duda, era incapaz el Australopitecus. Es cierto que el paso a la bipedación debió producir el espesamiento y el redondeo de las cuerdas vocales, con algo de flexibilidad de la mandíbula inferior, de modo que el Australopitecus podía, probablemente, emitir sonidos más variados que el Antropoide (11).

Como lo indica el número de páginas que abarca, este es el resultado de investigación más extenso, prolijo y demorado del libro; sus temas se desarrollan en estrictas secuencias de desarrollo histórico comparado entre los homínidos y los niños del siglo XX: El signo de la indicación desarrollado, el comienzo del lenguaje entre los Prehomínidos, los primeros signos de la representación (que comienza con la comparación entre los inicios de la representación en los niños y los orígenes del signo de la representación en el desarrollo en los Prehomínidos) y, por último, la frase funcional, que culmina en la descripción de la liberación de la forma y el nacimiento del nombre.

Al centrarse en la discusión del tema relativo al paso de la producción del instrumento a la del útil, que constituye el núcleo de sentido del último apartado de su segunda investigación, Tho apunta: “El animal, dice Marx, es una misma cosa con su actividad vital. No se distingue de ella. Él es esta actividad vital. El ser humano hace de su propia actividad vital un objeto de su voluntad y de su conciencia. Tiene una actividad vital consciente. No es una simple determinación con la que pudiese confundirse de manera inmediata. La actividad vital consciente distingue inmediatamente al hombre de la actividad vital animal. Es por ello, precisamente, que existe como género” (11). Por eso, más adelante dice:”En síntesis, el paso de la producción del instrumento a la producción del útil supone la constitución de la frase, lo que tendrá lugar con la dialéctica originaria de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción en el desarrollo del Homo habilis y su paso al Homo faber: “el hombre constituido”, según la expresión de Engels. Ahora bien, solamente en el tránsito del Pleistoceno inferior al Pleistoceno medio, se consuma el período de gestación del género Homo: franqueando el Rubicón cerebral, el ser humano abandona el seno materno de la naturaleza para advenir a un mundo nuevo, como mundo de la cultura” (Original, p. 244).

La tercera investigación: “Marxismo y psicoanálisis: los orígenes de la crisis edípica” (pp. 245-340), tiene un epígrafe de Marx, tomado de la Introducción de su Contribución a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel: “A estos productos petrificados debemos obligarlos a bailar, cantándoles su propia melodía”. Seis capítulos constituyen esta tercera parte del libro: 1) El origen de la etapa preedípica, 2) La génesis de la crisis edípica, 3) La tragedia biológica de la mujer y el surgimiento del Homo faber, 4) El signo de la mujer fálica y la semántica edípica, 5) el símbolo de la castración y el Edipo femenino, y 6) Del Edipo Nerdenthalense al Edipo infantil.

Como puede apreciarse, se trata de una amplia gama de descripciones de procesos constitutivos de la conciencia y su capacidad lingüística. Me limitaré a recordar una afirmación que Tho hace hacia el final de esta tercera parte de su libro: “En oposición a la teoría freudiana que se contenta con nociones generales, elaboradas ciertamente a partir de un rico material de hechos concretos aunque incapaces de asumirlas en sus determinaciones concretas, el materialismo histórico dispone de conceptos científicos necesarios para adentrarse en el contenido determinado de los fenómenos psíquicos y para dar de  ellos una explicación precisa. Desde este punto de vista, el conflicto edípico no se reduce a la oposición abstracta y metafísica entre el “deseo” y la “ley” o, incluso, el “individuo” y la “sociedad”, sino que remite a la contradicción dialéctica históricamente determinada entre dos leyes: por una parte, la ley primitiva de la comunidad de mujeres que, en el estado amorfo e indiferenciado de la primera sociedad humana, en el llamado Abbevillense, aseguraba, por la estricta prohibición de cualquiera manifestación de celos, la unidad y la solidaridad necesarias para los propósitos de la  producción del útil. Por otra, la ley nueva del aparejamiento, impuesta por el progreso de las fuerzas productivas y más particularmente por el desarrollo de la industria doméstica del período Musteriense. El antiguo derecho comunitario de la libertad sexual sin restricciones, convertido en una traba para el desarrollo de las fuerzas productivas, pierde toda justificación social y pasa a considerarse como una simple reivindicación individualista” (Original, p. 336).

Conclusión

Las investigaciones de T. D. Tho que originaron su libro Recherches…, proponen una significativa comprensión del origen de la capacidad lingüística y la conciencia de los seres humanos, en el marco epistemológico del materialismo histórico y dialéctico. A su vez, esa perspectiva está plenamente de acuerdo con la noción de ‘cultura’ desarrollada a partir de los estudios de Yuri Lotman y la Escuela de Tartu, sobre cuya base se ha fundado la semiótica de la cultura (o culturología) que postula, en primer término, que toda cultura posee rasgos distintivos y está estructurada como un sistema de signos, y, en segundo lugar, que el instrumento con que la cultura estructura la realidad para los grupos humanos de cada colectivo histórico, es la capacidad lingüística de los seres humanos.6

En otras palabras, la emergencia de la capacidad lingüística y de la conciencia humanas es, en estricto sentido, el principio de ese instrumento de estructuración de la realidad que es la cultura, en sus diversas manifestaciones en la historia de la humanidad: “La cultura es un generador de estructuralidad; es así como crea alrededor del hombre una socioesfera que, al igual que la biosfera, hace posible la vida, no orgánica, obviamente, sino de relación”.7

Considero que la traducción al castellano del libro Recherches… de T. D. Tho es, ante todo, una contribución al desarrollo de los estudios culturológicos de los investigadores que tienen a este idioma como lengua materna.

Notas

1 Profesor retirado de la Universidad de Costa Rica. Cofundador e investigador del Centro de Investigación en Identidad y Cultura Latinoamericanas (CIICLA). Director de Escena. Revista de las artes, publicación periódica de la Vicerrectoría de Acción Social. Correo electrónico: gainzas@racsa.co.cr.
2 No es lo que actualmente llamamos lenguaje verbal lo que surgió y se desarrolló como instrumento comunicativo, sino una capacidad lingüística que articula los primeros significantes verbales con múltiples significantes no verbales.
3 Uso entre corchetes y en negrita un término alternativo que emplearé en la edición definitiva o mantendré en las condiciones indicadas con la traducción convencional.
4 Utilizo el subrayado para indicar que el autor emplea, en su versión, la cursiva.
5 Pongo entre paréntesis y en números normales el que corresponde a las citas del autor original.
6 A este respecto ver: Lotman, J.. y Escuela de Tartu (1979). Introducción, selección y notas: Jorge Lozano. Trad.: Nieves Méndez. V., especialmente, Lotman, J. y B. Uspenskij (1971, 67-92).
7 Lotman y Uspenskij, loc. cit., p. 70. Años más tarde de la escritura de este artículo, Lotman publicó “Acerca de la semiosfera” (1984), cuya traducción aparece en el primer tomo de su obra póstuma: I. M. Lotman, La semiosfera, 3 Vols. Madrid: Ediciones Cátedra, 1996-2000. Edición, selección y traducción del ruso: Desiderio Navarro. V. I, 21-42.