Karl Marx ✆ Michael J. Schaack |
William Roseberry | En su undécima tesis sobre Feuerbach, Marx (1970ª)
sostenía que “de distintas maneras, los filósofos sólo han interpretado el
mundo; la clave está en cambiarlo” (p. 12). Hoy los dos términos de esta tesis
plantean problemas. La mayor parte de los intentos de cambiar el mundo
inspirados en o organizados por el marxismo han caído en el descrédito, y hay
pocos activistas que hoy por hoy vayan a montar un programa político en su
nombre. Más aun, muchos académicos mantienen que una de las razones principales
para el fracaso de los intentos inspirados en el marxismo de cambiar el mundo
reside en las interpretaciones marxistas del mismo. Es decir, en tanto que un
intento de comprender la formación del mundo moderno, el marxismo compartía las
asunciones básicas y estaba imbuido de otros modos de pensamiento que
interpretaban el surgimiento del capitalismo. En pocas palabras, era hijo de la
Modernidad, y se aproximaba a la historia y a la política desde un compromiso
positivista con los esquemas interpretativos que subsumían las diferentes
sociedades e historias en un esquema común que las abarcaba a todas: una gran
narrativa o una narrativa maestra.
Una figura central dentro de esta línea crítica fue Foucault (1980),
que partió de un rechazo de lo que llamó “teorías globales o totalitarias” (p.
80) –aludió específicamente al marxismo y al psicoanálisis- y las contrapuso a
lo que llamó
conocimientos “locales” o“subyugados” –conocimiento
de relaciones, luchas y efectos que son negados o suprimidos por las teorías
“totalitarias”. Tal conocimiento, por tanto, socava o subvierte la “tiranía de
los discursos globalizadores” (p. 83). Una consideración de la relevancia que
el pensamiento de Marx tiene para la antropología debe comenzar por
el reconocimiento del fracaso político de la mayoría de los movimientos de
inspiración marxista y por la influyente crítica intelectual que parece dar
cuenta del mismo. Igualmente ha de ser reconocida una radical disyunción entre
los esquemas interpretativos de aquellos marxistas que accedieron al poder y
los del propio Marx. La crítica de las teorías “globalizadoras” o “totalizadoras”
puede esgrimirse más fácilmente contra estos marxistas que contra Marx mismo.
Esto no supone negar que hay elementos del pensamiento de Marx que pueden
sustentar los esquemas más cerrados, mecánicos y evolucionistas que llegaron a
dominar el pensamiento marxista durante gran parte de este siglo. Pero el
pensamiento de Marx no constituía un sistema cerrado, y él no veía el
marco o panorama materialista e histórico que concibió en 1840 como un esquema
universal (o una “narrativa maestra”) en cuyos términos pudieran resolverse una
serie de problemas históricos, políticos y filosóficos. Presentaba
inconsistencias y contradicciones y era susceptible de desarrollos y
modificaciones mediante el análisis y la interpretación de acontecimientos y
procesos particulares. De hecho, Marx previno contra la aplicación
mecánica de sus ideas y la construcción de grandes esquemas históricos (p. ej.
Marx 1983, p. 136).
Mi objetivo al volver a algunos de los textos de Marx no
es sugerir que no hay nada que criticar. Antes bien, me ocupo de algunos de sus
textos para hacer ver que trató de manera creativa un conjunto de cuestiones
que continúan siendo preocupaciones de plena vigencia para la labor
antropológica, y que propuso soluciones y formas de acercamiento a algunas de
estas cuestiones que siguen influyendo en el pensamiento contemporáneo. Mi
pretensión más ambiciosa es que estas ideas y modos de análisis merecen formar
parte del debate.
Esta afirmación la desarrollo en tres áreas temáticas, en
cada una de las cuales me concentro en un texto central: el materialismo
de Marx (donde me ocupo de La Ideología Alemana), el análisis
del capitalismo (Vol. I de El Capital), y los estudios
históricos y políticos (El Dieciocho de Brumario de Luis Bonaparte). A
diferencia de otros comentarios sobre Marx y la antropología (v.
Bloch 1985; Donham 1990; Kahn y Llobera 1981; Sayer 1987, 1991; Vincent 1985;
Wessman 1981), no me centro en las sucesivas apropiaciones de Marx por
algunos antropólogos, ni valoro las tesis de Marx a la luz de los
posturas antropológicas más recientes. En cada área temática me ocupo de
cuestiones que han recibido la atención de la antropología, pero el acento
permanece en los textos mismos.
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