Karl Marx ✆ Santi Goma Rodríguez |
Armando B. Ginés | El
cuerpo humano como objeto político, cada día, desde la cuna a la tumba. Trabajando
o en paro técnico, enclaustrado en el tiempo o en un recinto espacial
específico fabricado ex profeso, el capitalismo domeña el cuerpo de muy
variadas formas y con mecanismos sutiles o a lo bravo. La mente, ese reducto
mal llamado de la libertad, la voluntad y la realización personal, no es más
que una actualización intangible del cuerpo que sufre, doliente, enfermo,
disciplinado, sometido o abocado a la condición de pasividad absoluta del
régimen capitalista. La democracia, esa ideología estructural de toma y daca
ficticia y puesta en escena teatral,solo permite la opción de integrarse en el
sistema o del grito negativo estético o suicida. No existencial como
lamento extremo o radical que se pierde en la inmensidad del individualismo,
una postura de rebeldía puntual desamparada, de desagüe de inmundicias para
volver a empezar con la memoria borrada, desde un cero funcional digitalizado
para caer otra vez en el círculo de la explotación laboral.
El tiempo de trabajo, circunscrito a reglas absurdas e
inapelables, un producir sin metas, alienante, entrada y salida de un
acontecimiento lineal para obtener un crédito mínimo de supervivencia. El
ser humano no es dueño de su quehacer, viene