4/9/13

Gustavo Machado y los orígenes del marxismo en Venezuela

  • "Organizamos nuestro partido contra la bestial tiranía de Juan Vicente Gómez y contra el imperialismo. Hoy nos mantenemos, presos y perseguidos, torturados y desaparecidos, muertos en la horca o por fusilamiento, nos mantenemos, repito, en el camino del honor." | Gustavo Machado  
Foto: Gustavo Machado
Lino Morán Beltrán, Lorena Velásquez & Vileana Meleán  |  Gustavo Machado, pertenece a la generación de intelectuales que se nutrió fundamentalmente de la doctrina marxista e hizo de ella la herramienta para desarrollar la interpretación de nuestra realidad. Este estudio recoge referencias sobre su vida, analiza su postura antiimperialista y la defensa que hace de la democracia participativa. Además desarrolla su postura ante la educación, la iglesia y su concepción de la historia.

1. Breves consideraciones sobre el origen del pensamiento marxista latinoamericano

Pronta y profunda fue la resonancia de la Revolución Rusa (1917) en América Latina. Tanto en círculos intelectuales como en gremios obreros se acoge con simpatía el triunfo de los bolcheviques. Este hecho histórico viene a impulsar las fuerzas revolucionarias en toda América Latina. Su influencia potencia así en forma acelerada la propagación del marxismo, dando origen -durante la década de los años veinte del siglo XX- a la fundación de los primeros partidos comunistas latinoamericanos.1

Las investigaciones históricas2 demuestran que las ideas socialistas y comunistas se expresaron en algunos movimientos sociales y se dieron a conocer en la prensa de muchas ciudades latinoamericanas desde mediados del siglo XIX. Pero no se trataba de un simple proceso de información
periodística, sino de un paciente trabajo de asimilación y utilización de dichas ideas para tratar de encontrar también soluciones a los problemas de esta región. Con la emigración europea al Cono Sur, llega el socialismo utópico influido básicamente por Saint Simón. Luego de su estadía en París, regresa en 1830 Esteban Echeverría (1805-1851) a la Argentina contagiado del socialismo utópico que arreciaba en Francia, dedicándose a difundirlo entre los círculos de intelectuales existentes para la época.

Sumado a la labor periodística, donde se reseñaban los acontecimientos europeos como la Comuna de París, encontramos los trabajos de Juan Mata Rivera, en México, quién publica la primera traducción al español del Manifiesto Comunista, en 1884 y de Juan Bautista Justo (1876-1924) quien tradujera El Capital, en Argentina a finales del siglo XIX. Desde el inicio de sus reflexiones, Justo intentó encontrar las raíces del socialismo en una revalorización crítica de toda la historia nacional argentina, repensada desde el punto de vista de la lucha de clases. Entendía al socialismo como un movimiento emergente capaz de recuperar las tradiciones de lucha de las clases explotadas con el fin de echar las bases de un proceso transformador de la vida política, social y cultural de Argentina.

Juan Justo creía que en un país en el que –no obstante la estructura republicana- se excluía de hecho a las clases populares del sistema y de la vida política, la lucha de clases debía ser utilizada no sólo para imponer, a través de la organización sindical y política, las exigencias corporativas de los trabajadores, sino también –y fundamentalmente- para la conquista del sufragio universal, como forma capaz de ampliar la acción clasista posibilitada por la democratización del estado. Afirmaba que, en este sentido, antes que un mero acto de conquista del poder por parte de los socialistas, la emancipación del proletariado debía ser el resultado de un proceso de lucha social en el que la clase obrera aprende a organizarse y a gobernar una sociedad nueva.3

Otra figura que debe destacarse dentro de los precursores del marxismo latinoamericano es la del joven cubano Julio Antonio Mella (1903-1929). Él, insistió en la necesidad de la alianza de los obreros con los campesinos, estudiantes e intelectuales progresistas frente a la burguesía nacional y la extranjera imperialista. Una de sus más significativas batallas en relación con este aspecto la llevó a cabo contra el aprismo del peruano Víctor Raúl haya de la Torre, quien subestimaba el rol de la clase obrera en Latinoamérica y, sin embargo, se presentaba como genuino continuador del marxismo y de lo que llamaba socialismo indoamericano. Para Mella la incorporación del indio como fundamento del proceso revolucionario en nuestra América, es un verdadero anacronismo histórico. Considera que el indio, en cuanto indio, no puede ser base del proceso revolucionario porque su problema racial se ha convertido con la sociedad capitalista en un problema económico que sólo el proletariado podrá resolver. Sus tesis –marcadamente marxista leninista- lo lleva a defender el internacionalismo proletario como mecanismo de la revolución.

A la hora de abordar los orígenes del pensamiento marxista latinoamericano, la obra del peruano José Carlos Mariátegui (1894-1930) es referencia obligada, dado que con ella el ideario marxista alcanzó realmente un raigambre latinoamericano, siendo utilizado como verdadero instrumento crítico para la comprensión y transformación de nuestra realidad. Su obra 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana, marca –a decir de Fornet Betancour- el momento en que nace la primera articulación sistemática de una forma latinoamericana del marxismo, dado que es el primer intento de abordar la realidad haciendo uso confeso del método marxista de interpretación.

Para Mariátegui, la revolución social constituye un proceso de modificación radical y multilateral de la sociedad peruana de su tiempo, que comprende desde la socialización de los medios productivos, la toma del poder político de las clases explotadas contra el bloque gamonalista, oligárquico e imperialista, hasta la renovación completa de la vida social. Se trataba de una revolución socialista que en las condiciones del Perú supone el componente antiimperialista, agrario y nacional revolucionario.

La obra del Amauta evidencia la articulación del proyecto socialista con la cuestión nacional y la problemática indígena, lo que significa peruanizar al Perú, en tanto que nación socialista. Dicho proyecto comprende el proceso de concreción de una voluntad de acción revolucionaria bajo la égida de los fundamentos metafísicos que explican el papel activo de la subjetividad en la transformación social, así como la imbricación entre socialismo e indigenismo, que representa la piedra angular de la comprensión del socialismo como creación histórica, lo cual se traduce, fundamentalmente, en el determinismo de las confluencias de las tradiciones comunitarias con el ideal socialista moderno y en el despliegue de las potencialidades revolucionarias del trabajador y el campesinado indígena.

2. Orígenes del debate marxista en Venezuela

En 1919 tiene lugar en Venezuela uno de los intentos por derrocar la dictadura de Juan Vicente Gómez. Fracasada la conspiración cívico-militar contra el régimen, algunos de los abanderados de tal acción sufren la muerte y otros van a prisión o al exilio. Entre ellos destacan Leopoldo Torres Abadero y Pedro Manuel Ruiz –quienes mueren en La Rotunda-, Francisco Pimentel y José Rafael Pocaterra –torturados en prisión- y, Gustavo Machado, Eduardo Machado, Pedro Zuluaga y Salvador de la Plaza, quienes logran evadir al ejército dando inicio así a largos años en el exilio.

París será la ciudad que los volverá a reunir y a brindarles un ambiente propicio para el contacto con las ideas revolucionarias de impronta marxista y leninistas, que luego, durante 1924, fortalecerán con su experiencia en La Habana junto al joven Julio Antonio Mella. Participan en las actividades del la Universidad Popular José Martí, en la creación de la seccional cubana de la Liga Antiimperialista de las Américas y en la creación del Partido Comunista Cubano. Estas acciones los llevan - por presión del gobierno cubano- a México, donde en 1926, Gustavo Machado y Salvador de la Plaza fundan el Partido Revolucionario Venezolano”.

En líneas generales podríamos afirmar que la fundación del P.R.V., da inicio a la incorporación del ideario marxista en el debate político venezolano. Su centro de inspiración giró en torno a la unidad de los venezolanos contra la autocracia interna, la unidad de América Latina contra la política imperialista de los Estados Unidos de Norteamérica y a la organización y formación de las masas para que se gobernasen a sí mismas y se destruyeran las relaciones de explotación que la oligarquía imponía a la mayoría de los venezolanos.

Gustavo Machado representa una figura fundamental en la interpretación de la realidad venezolana desde la perspectiva marxista, las ideas que siguen a continuación son un intento por poner en evidencia el compromiso de uno de nuestros intelectuales del siglo XX, que utilizó la teoría marxista-leninista como herramienta teórica y práctica en la lucha del pueblo venezolano por la instauración de la democracia.

3. Datos biográficos

El 19 de julio de 1898 nace Gustavo Machado, el primer hijo de Carlos Machado y María Morales, quienes constituían una de las familias mas acaudaladas de la oligarquía caraqueña. Viene al mundo en un ambiente político de mucha inestabilidad, donde las pugnas por el poder logran, al poco tiempo (octubre 1899), derrocar al general Crespo, entonces Presidente de Venezuela. Se trata de la ascensión de Castro y su comitiva al escenario político nacional e internacional. Gobierno durante el cual se logra una paz bochornosa, que logra conjurar y superar la crisis del bloqueo y enviar al destierro a casi todos los opositores al régimen.

Gustavo Machado presencia, con apenas 10 años, el acto de traición que llevará a Juan Vicente Gómez por un período de 27 a disponer del destino de todos los venezolanos. Su infancia y juventud transcurrirá en medio de ese largo período donde la cárcel, la tortura y el destierro eran los medios más eficaces para controlar las disidencias.

Con apenas 16 años, Machado participa activamente en la Asamblea Nacional de Estudiantes, dedicándose a repartir escritos en contra del régimen . En medio de esta actividad se organiza la primera manifestación antigomecista, algo que el régimen no iba a tolerar. Machado en mayo de 1914 es llevado a La Rotunda, pasando diez meses de grandes penalidades y donde templa su acero para las futuras batallas que habrá de dar en pro de la libertad de los pueblos latinoamericanos.

Al salir de la cárcel se une al grupo antigomecista Los Espartacos 4, pero ante el asedio del gobierno debe salir del país junto a su amigo Pedro Zuluaga, rumbo a Nueva York, haciendo una breve escala en Curazao. Su estadía en el norte le permite apreciar desde las entrañas las fauces del imperio que ha convertido al dólar en una divinidad. Observa con preocupación la concentración de capital sobre la que se ha construido el país del norte y los avances que este ha permitido manifiestos en el ferrocarril, la energía eléctrica, los grandes edificios.

Ante la imposibilidad de comenzar sus estudios de Derecho en las universidades norteamericanas, decide atravesar el Atlántico con destino a la Ciudad Luz. Una vez en Francia (1920), contempla el primer testimonio de la guerra. París está desbastada. Ya han pasado dos años desde el final del conflicto armado y todavía París ostenta las huellas del horror. Ingresa a la Sorbona y comienza sus estudios de Derecho. Dedícale todo el esfuerzo a esa carrera para complacer a su familia que se desvive por tener abogados en su seno. Su estadía en el Viejo Mundo le permite establecer vínculos con la nueva élite latinoamericana que allí estudia junto a él. Este contacto con representantes de otros pueblos latinoamericanos le permite a Gustavo reconocer el daño, el atraso y medir el aislamiento en que se encontraba Venezuela por culpa de la barbarie con la que era dirigido su destino. La Sorbona le va mostrando a Machado el contraste entre su país y los del resto de Latinoamérica. Oportunidad propicia para entrar en contacto con los ideales de la Revolución Rusa. En medio de la celebración del Congreso Antiimperialista Mundial, oye a León Troski, quedando cautivado por la idea de derribar la Bastilla que oprimía, explotaba y espantaba al pueblo venezolano. Inicia así su camino por las sendas teóricas y prácticas del marxismo-leninismo.

Concluidos sus estudios en París (1924), vuelve a Nueva York y de allí es destinado a La Habana como representante judicial de los intereses de la Cuban American Sugar Corporation. La Cuba de ese momento está en completa ebullición estudiantil. Una Asociación de Estudiantes encabezada, entre otros por Julio Antonio Mella, promueve y realiza protestas que sacuden toda la isla. Se trata de la influencia de la Reforma Universitaria5 que en 1918 sacude a la Argentina y que ahora recorre toda América.

Gustavo observa con interés como el movimiento estudiantil cubano y sus jornadas durante 1924-1927 logra aglutinar tras de sí a núcleos importantes de obreros como los tabacaleros, los ferroviarios y los trabajadores de los muelles que logran hacer causa común con ellos. A medida que los estudiantes reiteran sus manifestaciones y el gobierno tornase más agresivo, el eco de aquella lucha repercute con mayor intensidad en distintas esferas de la población.

En 1925, asiste junto a Antonio Mella y Carlos Baliño (1848-1926), a la fundación del Partido Comunista Cubano, de donde nacerá una estrecha amistad. De 1926 a 1929 reside en México, donde funda, junto con Carlos León, Salvador de la Plaza y Miguel Zúniga Cisneros, el Partido Revolucionario Venezolano (PRV), núcleo inicial del Partido Comunista Venezolano. Esta estadía en tierras aztecas, le permite madurar su opción ideológica por el comunismo y alimentar su espíritu internacionalista por la causa de los explotados. Conoce de cerca la lucha de Augusto César Sandino por resistir la invasión de los marines en Nicaragua. En 1929 decide acudir al encuentro de la causa sandinista, repleto de la solidaridad de México que ha cultivado para todos los que combaten contra el imperio del Norte.

La experiencia nicaragüense le hace volver la mirada sobre su tierra y dedicarse a la elaboración de un plan que termine con la ignominia a la que estaba sometida Venezuela. Es así como, junto a Hilario Montenegro, planifica el asalto a Curazao para proveerse de un barco y armamento que los lleve a tierras venezolanas y derrocar al dictador Gómez. Fracasada esta incursión, Machado se refugia en Colombia, donde permanece hasta 1935 cuando decide entrar a Venezuela clandestinamente siendo arrestado y enviado al Cuartel San Carlos. Liberado el 14 de febrero de 1936, luego de la muerte del dictador, participa en la organización del Partido Comunista Venezolano. Siendo expulsado nuevamente, permaneciendo desde 1937 hasta 1941 de nuevo en Colombia. A su regreso a Venezuela combate, junto a Salvador de la Plaza, Rodolfo Quintero, Pompeyo Márquez y Luis Miquelena la tendencia “browderista” de colaboración de clases propugnada, entre otros, por Juan Bautista Fuenmayor. Esta contienda divide el movimiento comunista en el país quedando expresado el hecho en la existencia del PCV, dirigido por Fuenmayor y el PCVU que funda Machado en febrero de 1946.

Es miembro electo de la Asamblea Nacional Constituyente que se instala en octubre de 1946, y posteriormente diputado por el Distrito Federal en 1948. Fundador del periódico Tribuna Popular, órgano informativo del Partido Comunista, que será censurado en 1948. Expulsado nuevamente, hace de México su residencia desde 1951 hasta 1958. Elegido Diputado al Congreso Nacional, para el período 1958-1963, debe enfrentar la violación de su inmunidad parlamentaria y someterse a un juicio militar, cínicamente planificado por Rómulo Betancourt y su Ministro de Relaciones Interiores Carlos Andrés Pérez.

Reincorporado a la política nuevamente es electo Diputado al Congreso para el período 1973-1978, después del cual se retira de la vida pública. Considerado un militante del honor y soldado de la noble causa por la lucha del pueblo venezolano y latinoamericano, muere en Caracas en 1983.

Autor de innumerables artículos de prensa, es considerado uno de los artífices del plan ideológico del Partido Revolucionario de Venezuela y del Partido Comunista donde encontramos plasmado su ideario político, así mismo escribe las obras Ante el Consejo de Guerra, En el Camino del honor, Manifiesto del Partido Revolucionario de Venezuela y El asalto a Curazao.

4. Opción política por la tesis marxista

Junto a Eduardo su hermano, Rodolfo Quintero, Salvador de la Plaza, Miguel Otero Silva, Juan Bautista Fuenmayor, entre tantos otros destacados intelectuales venezolanos, Gustavo Machado forma parte de la generación que introduce el pensamiento marxista en Venezuela durante las primeras décadas del siglo XX. Militante de esta propuesta política asume con hidalguía el renunciar a los privilegios económicos que le brindara su entorno familiar, dada la reconocida riqueza de que disponían sus padres, para solidarizarse con los explotados de la tierra y exigir en los escenarios internacionales latinoamericanos y europeos el apoyo a la lucha del pueblo venezolano por derrocar la dictadura gomecista.

En este sentido dirá desde La Habana en 1925:
El Gobierno de los Estados Unidos de Norte América, poniendo una vez más al servicio de los capitalistas de Wall Street su fuerza, apoya decididamente a quien les ha entregado los yacimientos petroleros y amenaza con oponerse a todo movimiento armado que se intente para tumbar la tiranía. Inglaterra y Holanda apoyadas por la Royal Dutch han expulsado, entregándolos a Gómez, a los venezolanos residentes en las islas de Trinidad y Curazao, baluartes y bases de operación de los revolucionarios venezolanos, Colombia, la República hermana, que más unida debía estar a la suerte de Venezuela, gobernada a su vez por un grupo de reaccionarios entregados al Obispo de Bogotá, también ha perseguido a los que combaten a Gómez.6
Y más adelante, consciente de que la lucha del pueblo venezolano es la misma lucha de todos los oprimidos que padecen la explotación del sistema internacional donde impera el capital, sentenciará desde la isla: “Son los oprimidos los únicos que pueden darse cuenta de los dolores de los venezolanos, porque son ellos los que están sufriendo, han sufrido iguales atropellos de las clases capitalistas que los explotan”7

Haciéndose ejemplo vivo de solidaridad internacional entre los oprimidos latinoamericanos, acude al llamado que hiciera el General Augusto César Sandino desde las montañas de la Segovia en Nicaragua a los miembros de la Liga Antiimperialista8 a sumarse a la causa del pueblo centroamericano, lugar desde donde volverá nuevamente a retomar su compromiso y solidaridad arriesgando su propia vida, diciendo ante la ocasión y al calor de la lucha contra el imperio:
Nosotros, luchadores venezolanos contra una de las más largas y crueles tiranías de América, estamos obligados a prestar a Nicaragua, -en esta hora de intensa tragedia- la ayuda solidaria que hemos solicitado nosotros mismos de los pueblos hermanos y que mañana que veo tan trágico y doloroso como la situación que estoy presenciando, solicitaremos con mayor urgencia. 9
Su idea y su lucha, inspiradas en el espíritu americanista de Bolívar rebasan las fronteras patria y se asume comprometido con el destino de los pueblos que luchan por su liberación, para él la patria es América y la lucha debe darse al lado de los oprimidos. Es desde esta concepción de extrema solidaridad que dice:
En Nicaragua combaten las fuerzas imperialistas opresoras de los pueblos latinoamericanos y las fuerzas de liberación que defienden la soberanía de toda América Latina. Que los pueblos de América conozcan el espíritu de los revolucionarios venezolanos y sepan que su lucha no se circunscribe a las fronteras estrechas de la tierra natal, que el espíritu que los anima es el mismo de los LIBERTADORES derramando sangre de libertad desde Colombia hasta Bolivia, en la primera guerra de independencia.10
Formado en la vida pública desde muy joven, centra su reflexión en el destino de su pueblo y el de toda América latina a la fecha gobernada por personajes genuflexos a los intereses del imperio norteamericano. Toda su obra estará medularmente inspirada en la lucha de los pueblos latinoamericanos por la consolidación de su soberanía e independencia cultural y ello le impone a sus reflexiones una visión humana sobre todos los escenarios de la vida. Hace del hombre el centro de su propuesta, sobre todo de aquellos que ven disminuida su condición humana por culpa de las condiciones económicas que los sumergen en la pobreza y la explotación.

Forjado al fragor de la lucha antigomecista contempla estupefacto la complicidad de la Iglesia católica quien a través de su máximo representante para la época, el Papa Benedicto XIV, certifica la complicidad con el dictador al hacerlo merecedor de la orden Piorna, distinción con lo que se congratula a sus más fieles y connotados servidores.11 Actitud grotesca ante la mirada de la población venezolana mayoritariamente católica, quien veía como al tirano se le otorgaba indulgencia plena hasta la cuarta generación.12 De similar manera criticó la intervención demagógica de la Compañía de Jesús, al propiciar una campaña de desprestigio contra los trabajadores venezolanos exiliados en Curazao con el firme propósito de minar la solidaridad del proletariado curazoleño con la lucha contra la dictadura de Juan Vicente Gómez.

No cree Gustavo Machado en la jerarquía de razas. Explotados y explotadores es la única distinción posible entre los hombres. El discurso hegemónico del conquistador sobre la inferioridad de la raza autóctona cede ante la grandeza cultural de las ruinas que se salvaron de la destrucción española. El rasgo característico de América, desde la perspectiva racial, es el mestizaje. Producto de la esclavitud del indio, llegan a América los habitantes africanos que vienen a configurar el perfil étnico verdaderamente americano.13 Considera que la trata de esclavos no terminó con el fin del colonialismo español, la matanza de indios, prosiguió a pesar de la presencia de la mano de obra negra y se continuaba aún con el propósito de expoliarles sus reducidos habitas.

Admira el papel de la juventud venezolana en la historia del país, para él este sector de la población nunca se ha mantenido alejado de la lucha popular. Considera que los jóvenes intervinieron activamente en el derrocamiento de Castro en 1908 y fueron ellos los primeros en manifestar su desconcierto ante las atrocidades del régimen gomecista, ante la clausura de la Universidad Central en 1912 y la disolución de la Asociación de Estudiantes en 1914. Resultado de esa lucha muchos jóvenes sufrieron el exilio, oportunidad en la cual reafirmaron su espíritu de rebeldía ante la injusticia, abandonando el romanticismo de otras épocas cultivaron ideológicamente sus luchas y han aprendido a ver más profundamente la vida, y las verdaderas causas que originan las tiranías.14

El tema de los derechos humanos encontró en él plena conciencia; si algo criticaba con vehemencia a los regímenes dictatoriales sucedidos durante el siglo XX y a la democracia burguesa representativa instaurada en la segunda mitad de éste, era la violación flagrante al marco constitucional que con muchas limitaciones ya garantizaba un mínimo de respeto por la dignidad humana. Especial referencia hace al trato dado a los presos políticos, quienes sometidos a trabajos forzados y con alimentación escasa, son torturados hasta convertirlos en guiñapos humanos.15 Cree que tal práctica represiva obedece al nivel de sumisión colonial del país, dado que se manifiesta dondequiera que predomina el capital financiero de los monopolios internacionales. La violación a los derechos humanos está en consonancia con el grado de penetración de los consorcios extranjeros y el avasallamiento impuesto a los cuerpos policiales del país débil por parte de la policía imperialista.16

Preguntose Gustavo Machado ¿Es posible un relato de fenómenos sociales perfectamente objetivo e imparcial? Y sin vacilación responde:
Seguramente, a condición de emplear un método científico en su investigación que no descubra solamente la forma exterior en que se manifestaron sino que señale por qué revistieron tal aspecto y no otro, cuales fueron las causas fundamentales, los factores determinantes.17
Afirmaciones estas que revelan su optimismo epistemológico que al servicio de la causa proletaria devele el rostro de la realidad. Haciéndose eco de Lenín, quien afirma que el proletariado necesita la verdad y que no hay nada que perjudique más a su causa que la mentira benévola o enmascarada, asume el compromiso de la búsqueda de la verdad,
...la verdad que nos haga conocer la situación real en que vivimos, que nos señale los mejores procedimientos de lucha, que nos muestre los errores del pasado y nos permita utilizar las enseñanzas fecundas de los triunfos y de las derrotas, especialmente de las derrotas; la verdad que ningún revolucionario teme contemplar de frente y que estamos obligados a exhibirla desnuda, en toda su rudeza ante los ojos de las masas trabajadoras del campo y de la ciudad.18
No duda en considerar que son las condiciones materiales expresadas en las relaciones económicas de producción las que determinan el acontecer histórico de los pueblos. Para él, el marxismo, es un instrumento científico de investigación útil a la clase trabajadora, que sin negar la existencia de algunos de los factores –como por ejemplo, las ideas y la influencia del medio ambiente– reduce su papel, situándolos ya sea como efecto de otras causas anteriores, en el caso de las ideas; o fijando la influencia solamente parcial que le corresponde, en caso del medio ambiente. Se hace eco dogmáticamente de Marx y junto a él afirma que “Son las relaciones de producción las que determinan todas las otras relaciones que existen entre los hombres en su vida social y estas relaciones de producción son a la vez, determinadas por el estado de las fuerzas productivas”.19

Machado considera que el hombre para vivir necesita arrancar a la naturaleza sus medios de subsistencia y en esa lucha crea y perfecciona la técnica, combate con otros grupos humanos, forma grandes agrupaciones divididas en clases de explotados y explotadores y condenados a una constante guerra civil, crea fuerzas de progreso, clases que sucumben y nuevas clases que se levantan y cada etapa de las fuerzas productivas, es decir, cada forma nueva de producción condiciona todas las manifestaciones de la vida social (moral, arte, religión, etc)20 y transforma la superestructura política de la sociedad modulando la organización represiva del Estado a sus nuevos reclamos, de manera que corresponde a los intereses de las clases que controlan la dominación económica. La historia de la humanidad hasta nuestros días –sentencia- es la historia de las luchas de clases”.21

Afirma que las fuerzas productivas en movimiento constante a través del proceso dialéctico explican el pasado, permiten ver objetivamente el presente y prever con el máximo de precisión posible las líneas generales del futuro. Considera que el método dialéctico, señalando los factores en permanente contradicción que determinan la evolución de la humanidad, se opone o rechaza el fatalismo ciego e inexorable, explicando el papel que desempeña la voluntad del hombre como agente activo en los fenómenos sociales, pero sin dejar de ser, al mismo tiempo, expresión de la necesidad histórica. 22

Esta apreciación sobre el devenir histórico como producto del enfrentamiento de clases sociales con intereses antagónicos, lo lleva a despreciar tajantemente la concepción providencialista que caracteriza la reflexión de algunos intelectuales positivistas de principios del siglo XX, al servicio del régimen gomecista. El poder de transformación está –según Machado– en la acción colectiva organizada de las masas. Además destaca que esta apreciación es común también encontrarla entre quienes militan en las filas de la revolución. Por ello frente al oportunismo, la mezquindad y el servilismo calculador de ciertos caudillistas ramplones que pretenden oponer a la encarnación personal del despotismo la encarnación personal de la revolución23, enfatiza la lucha de clases como la única vía válida para la construcción de una sociedad más justa y solidaria.

5. El antiimperialismo como opción ideológica

Gustavo Machado es categóricamente antiimperialista, toda su vida gira en torno a la lucha por encontrar caminos de liberación para los pueblos oprimidos por los Estados Unidos de Norte América. Concibe de manera enfática al imperialismo como etapa superior del capitalismo, y lo caracteriza por el despojo que hace a los países industrialmente atrasados de sus riquezas naturales, la concentración de industrias con trabajadores mal remunerados, imposición del consumo de artículos fabricados en la metrópoli y el aumento de la dependencia hacia el extranjero de los países subordinados. Llega a ser partícipe de la teoría de la dependencia, entendiendo que las relaciones de subordinación a la que están sometidos los pueblos pobres de la tierra, lejos de contribuir a la superación de la pobreza, los condena a acentuar cada vez más su situación de explotados.

Igualmente considera que el imperialismo hipoteca la vida económica y política de las naciones al capital extranjero, lo que a su vez impide la construcción de una industria nacional , los países dependientes y subordinados –afirma– quedan reducidos política y económicamente a simples colonias.24 El progreso ante esta política imperial es una simple quimera. Lo que esta práctica engendra en verdad es una manifestación parasitaria y fugaz de su sistema usurero de explotación.25 En este mismo sentido dirá El imperialismo yanqui necesita de nuestras riquezas naturales y está dispuesto a exterminarnos –en la misma forma cobarde, feroz y sistemática que emplea contra los habitantes del Departamento de Nueva Segovia– al primer intento de nuestra parte para defenderlas.26 Consciente de los planes del imperio no duda en afirmar que los regímenes políticos latinoamericanos son los gendarmes del capital financiero, son tolerados, apoyados y cambiados al antojo de sus pretensiones. Venezuela es para Gustavo Machado el vivo ejemplo de un gobierno servil, Gómez y Betancourt encarnan el ideal de sumisión exigido por los Estados Unidos de Norte América. Ambos, claudicando a todo principio de soberanía nacional sacrificaron los intereses del pueblo venezolano, e inspirados por el espíritu extranjero desataron encarnecidas persecuciones violatorias de los derechos humanos con el fin de defender los intereses del imperio.27

Para Machado, el camino impuesto por el imperialismo para alcanzar sus metas pasa inexorablemente por la práctica del terrorismo. A este último lo concibe como el conjunto de hechos violentos efectuados con la finalidad de sembrar miedo...Su objetivo (...)infundir pánico, espanto, terror en el ánimo del individuo, de varios o de toda una colectividad,...romper la moral y, con ella, la voluntad individual o colectiva, quebrantar la resistencia organizada, imponer la capitulación...28Además representa una forma inhumana de administrar los intereses de las clases dominantes y del capital extranjero internacional cuando la revolución de los hambrientos, de los oprimidos y de los explotados, la insurgencia patriótica de los pueblos pequeños y débiles, pusieron en peligro sus privilegios de clase y sus bastiones oligárquicos.29

Ante el vasallaje fascistoide, propulsado por un estado poderoso, expansionista y codicioso, que procura consolidar su injerencia en la explotación de los recursos naturales, ante la intromisión extranjera en el campo de la confrontación interna de las tendencias políticas contrapuestas, ante esta realidad propia de la era gomecista y de la democracia burguesa representativa, afirma Machado que no existe otra disyuntiva que la de resistir como patriotas o resignarse como siervos.30

6. En defensa de la democracia

Con similar vehemencia pregona, innumerablemente, que la democracia es el gobierno del pueblo,31 que esta debe construirse sobre el respeto de los derechos humanos y un marco constitucional que garantice la participación de todos los sectores de la sociedad, que socialice la propiedad de la tierra y el trabajo, que propicie la formación de cooperativas a fin de contrarrestar el embate de las trasnacionales caracterizadas por el despojo de las riquezas nacionales y rescate el sentimiento latinoamericanista de los forjadores de patria.32

Tarea nada fácil –considera Machado- dado los altos índices de penetración ideológica que el imperio ha logrado en nuestra patria, lo que hace urgente un plan nacional de formación política que les permita a los trabajadores –en su mayoría analfabetas- definir la responsabilidad del régimen capitalista en la situación de miseria y opresión que los había condenado a la ignorancia.33

Sumado a esta inquietud, en documento del Partido Revolucionario Venezolano fechado en 1927 y refrendado por Machado en su condición de Secretario General, se recogen los lineamientos generales de lo que sería un plan educativo nacional, una vez triunfe la revolución. En éste documento se considera que la educación pública en Venezuela se ha caracterizado por ser teórica, libresca e inútil para ganarse la vida. Ha estado por demás sólo al alcance de los ricos, negándole el acceso al conocimiento a la inmensa mayoría. Lo propuesto por Gustavo Machado y su organización política es una instrucción útil, la que sirva para ganar la vida y aumentar la riqueza del país. En este sentido se pone énfasis en la instrucción industrial y agrícola, la primera para hacer obreros, artesanos, oficiales...capaces; la segunda, para poderle sacar a la tierra todo el jugo que debe dar.34

Pero además de ello se advierte sobre el error de considerar la instrucción del pueblo exclusivamente técnica, utilitaria; esta debe comprender –a decir de Machado– algo de ciencias y de arte, y especialmente de derechos ciudadanos. En este sentido serán la Universidades Populares35 las llamadas a construir el pensamiento de la nueva sociedad. Habrá que convocar la participación de los sabios y los estudiantes, sacarlos de sus reinos para que se enlacen y acerquen con el pueblo, su única razón de ser. El progreso requerido por el país amerita del concurso de todos, la instrucción profesional y de altas ciencias, son indispensables para alcanzarlo.36

7. A manera de conclusión

No cabe dudas que Gustavo Machado representa una de las figuras más importantes del ideario marxista en el país. Su obra pone en evidencia que junto a otras tendencias ideológicas –positivismo, social democracia, democracia cristiana– que se gestaran en las postrimerías del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, y que algunas de ellas siguen vigentes hasta nuestros días, existió un propuesta de transformación de la realidad venezolana desde la óptica del comunismo.

Propuesta política que nunca se consolidó, quizás debido a la postura ortodoxa con la que se asumieron los postulados de Marx, Lenín y Stalin, los cuales asumidos como dogmas dejaban poco espacio para las reflexiones creativas que desde nuestra realidad podrían habérsele inyectado al proceso comunista internacional.

Gustavo Machado fue un crítico acérrimo al imperialismo norteamericano, sus razones fueron acertadas –argumentos similares tienes plena vigencia hoy– pero no pudo desligarse de su admiración por la revolución rusa justificando la invasión del ejército soviético a Checoslovaquia en nombre de la revolución del proletariado. Este hecho marca a la izquierda latinoamericana dado que este país vivía un intenso proceso de debate acerca de qué camino debía seguir su proceso socialista. Este fue un duro golpe al movimiento comunista internacional: se acrecentaron las críticas a la URSS, aumentó el prestigio del Partido Comunista Chino, y sorprendió negativamente a la izquierda el apoyo crítico expresado por la revolución cubana.

A pesar de propiciar la formación política de sus seguidores, la estrategia seguida por los marxistas venezolanos no consiguió transformarse en un movimiento de masas. Esto pone en evidencia que no se supo interpretar el clamor de un pueblo agobiado por la tiranía y las promesas incumplidas de los demócratas y que el marxismo como práctica militante constituyó una ideología de élite.

Quedan muchas cosas por decir sobre el debate socialista, esperamos que estas líneas contribuyan de alguna manera a rescatar los postulados mas importantes de los intelectuales venezolanos que hicieron del marxismo su herramienta ideológica para interpretar nuestra realidad.

Notas

1 En México se funda el Partido Comunista en 1919, Argentina en 1920, Uruguay 1920, Chile 1921, Brasil 1922, Cuba 1925, Guatemala, El Salvador y Nicaragua 1923, Paraguay y Honduras en 1927 y Ecuador en 1928.
2 Vease: FORNET-BETANCOURT, Raúl: Transformación del Marxismo: Historia del Marxismo en América Latina, Ed. Plaza y Valdés, México, 2001. y GUADARRAMA G., Pablo: Bosquejo histórico del Marxismo en América Latina en Filosofía en América Latina, Editorial Félix Varela, La Habana, 1998.
3 ARICÓ, José: Marxismo Latinoamericano en Diccionario de Política de BOBBIO Norberto y MATTEUCCI Nicola, Editorial siglo XXI, 1986, pp. 975-992.
4 Salvador de La Plaza, Pedro Zuluaga, Andrés Eloy Blanco y Pedro Brito son otros de los integrantes de este grupo.
5 Alzamiento estudiantil de Córdoba, Argentina, en 1918, que da inicio al famoso e influyente movimiento de “Reforma Universitaria” que extiende rápidamente por todo el continente un profundo sentimiento antiimperialista, ya que no se limita a plantear la necesidad de renovar las estructuras académicas sino que llama a la transformación radical de las sociedades latinoamericanas.
6 MACHADO, Gustavo y PLAZA Salvador: La verdadera situación de Venezuela (1925) en El comienzo del debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su estudio, Tomo 12, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983, pag 36.
7 Ibidem, pag 36.
8 A partir del espíritu revolucionario antiimperialista del movimiento de la “Reforma Universitaria” se empiezan a crear en los distintos países americanos, la Ligas Antiimperialistas de las Américas, movimiento muy influido por marxistas adeptos a la Internacional Comunista. Entre los líderes fundadores de este movimiento encontramos a Julio Antonio Mella, Vittorio Codovilla, Enrique Flores Magón, Rubén Martínez Villena y nuestro autor, Gustavo Machado.
9 MACHADO, Gustavo: Carta de Gustavo Machado desde el campamento de Sandino, en Ob. Cit. pag. 156.
10 Ibidem, pag. 157.
11 MACHADO, Gustavo: Juan Vicente Gómez: el tirano de Venezuela en Ob. Cit. pag. 34.
12 MACHADO, Gustavo: El asalto a Curazao, en El comienzo del debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su estudio, Tomo 13, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983, pag 98.
13 MACHADO, Gustavo y PLAZA Salvador: La verdadera situación de Venezuela (1925) en El comienzo del debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su estudio, Tomo 12, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983, pag. 41-42.
14 Ibidem, pags. 59-60.
15 Ibidem, pag 51.
16 MACHADO, Gustavo: En el camino del honor, Editorial Veneprint, Caracas, 1966, pag 12.
17 MACHADO, Gustavo: El asalto a Curazao, en El comienzo del debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su estudio, Tomo 13, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983, pag 63.
18 Ibidem, pag 63.
19 Ibid.
20 Ibid.
21 Ibidem, pag 64.
22 Ibid.
23 Ibidem, pag. 63.
24 Ibidem, pag. 80.
25 Ibid.
26 Ibidem, pag. 157.
27 MACHADO, Gustavo: En el camino del honor, Editorial Veneprint, Caracas, 1966, pag 35.
28 Ibidem, pag. 40.
29 Ibidem, pag. 42.
30 Ibidem, pag. 68.
31 MACHADO, Gustavo: Yo soy comunista, en El comienzo del debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su estudio, Tomo 14, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983 pag. 359.
32 MACHADO, Gustavo y PLAZA Salvador: La verdadera situación de Venezuela (1925) en El comienzo del debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su estudio, Tomo 12, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983, pag, 50.
33 MACHADO, Gustavo: El asalto a Curazao, en El comienzo del debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su estudio, Tomo 13, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983, pag. 93.
34 MACHADO, Gustavo y PLAZA Salvador: La verdadera situación de Venezuela (1925) en El comienzo del debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su estudio, Tomo 12, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983, pag, 115.
35 Entre 1922 y 1923, se fundan las primeras “Universidades Populares”, que buscan llevar a la práctica el espíritu revolucionario del movimiento de la “Reforma Universitaria”. Entre las primeras hay que mencionar las siguientes: Universidad Popular González Prada en Perú; Universidad Popular José Martí, en Cuba; y Universidad Popular Lastraría, en Chile. Como se sabe, las universidades Populares representan en la historia social de América Latina el momento en que se registra un primer encuentro orgánico entre el movimiento estudiantil y el movimiento obrero.
36 MACHADO, Gustavo y PLAZA Salvador: en Ob. Cit. Pag. 116.

Referencias  bibliográficas

1. ARICÓ, José: "Marxismo Latinoamericano" en BOBBIO Norberto y MATTEUCCI Nicola, Diccionario de Política. Editorial siglo XXI, México, 1986.
2. BOBBIO Norberto y MATTEUCCI Nicola, Diccionario de Política. Editorial siglo XXI, México, 1986.
3. FORNET-BETANCOURT, Raúl: Transformación del Marxismo: Historia del Marxismo en América Latina, Ed. Plaza y Valdés, México, 2001.
4. GUADARRAMA G., Pablo: Bosquejo histórico del Marxismo en América Latina en Filosofía en América Latina, Editorial Félix Varela, La Habana, 1998.
5. MACHADO, Gustavo: "El asalto a Curazao", en El comienzo del debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su estudio, Tomo 13, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983.
6. MACHADO, Gustavo: En el camino del honor, Editorial Veneprint, Caracas, 1966.
7. MACHADO, Gustavo: "Yo soy comunista", en El comienzo del debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su estudio, Tomo 14, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983.
8. MACHADO, Gustavo y DE LA PLAZA, Salvador: "La verdadera situación de Venezuela" (1925) en El comienzo del debate socialista. El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su estudio, Tomo 12, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983