- "Organizamos nuestro partido contra la bestial tiranía de Juan Vicente Gómez y contra el imperialismo. Hoy nos mantenemos, presos y perseguidos, torturados y desaparecidos, muertos en la horca o por fusilamiento, nos mantenemos, repito, en el camino del honor." | Gustavo Machado
Foto: Gustavo Machado |
Lino Morán Beltrán,
Lorena Velásquez & Vileana Meleán | Gustavo Machado, pertenece a la generación de
intelectuales que se nutrió fundamentalmente de la doctrina marxista e hizo de
ella la herramienta para desarrollar la interpretación de nuestra realidad.
Este estudio recoge referencias sobre su vida, analiza su postura
antiimperialista y la defensa que hace de la democracia participativa. Además
desarrolla su postura ante la educación, la iglesia y su concepción de la
historia.
1. Breves
consideraciones sobre el origen del pensamiento marxista latinoamericano
Pronta y profunda fue la resonancia de la Revolución Rusa
(1917) en América Latina. Tanto en círculos intelectuales como en gremios
obreros se acoge con simpatía el triunfo de los bolcheviques. Este hecho
histórico viene a impulsar las fuerzas revolucionarias en toda América Latina.
Su influencia potencia así en forma acelerada la propagación del marxismo,
dando origen -durante la década de los años veinte del siglo XX- a la fundación
de los primeros partidos comunistas latinoamericanos.1
Las investigaciones históricas2 demuestran que las ideas
socialistas y comunistas se expresaron en algunos movimientos sociales y se
dieron a conocer en la prensa de muchas ciudades latinoamericanas desde
mediados del siglo XIX. Pero no se trataba de un simple proceso de información
periodística, sino de un paciente trabajo de asimilación y utilización de dichas ideas para tratar de encontrar también soluciones a los problemas de esta región. Con la emigración europea al Cono Sur, llega el socialismo utópico influido básicamente por Saint Simón. Luego de su estadía en París, regresa en 1830 Esteban Echeverría (1805-1851) a la Argentina contagiado del socialismo utópico que arreciaba en Francia, dedicándose a difundirlo entre los círculos de intelectuales existentes para la época.
periodística, sino de un paciente trabajo de asimilación y utilización de dichas ideas para tratar de encontrar también soluciones a los problemas de esta región. Con la emigración europea al Cono Sur, llega el socialismo utópico influido básicamente por Saint Simón. Luego de su estadía en París, regresa en 1830 Esteban Echeverría (1805-1851) a la Argentina contagiado del socialismo utópico que arreciaba en Francia, dedicándose a difundirlo entre los círculos de intelectuales existentes para la época.
Sumado a la labor periodística, donde se reseñaban los
acontecimientos europeos como la Comuna de París, encontramos los trabajos de
Juan Mata Rivera, en México, quién publica la primera traducción al español del
Manifiesto Comunista, en 1884 y de Juan Bautista Justo (1876-1924) quien
tradujera El Capital, en Argentina a finales del siglo XIX. Desde el inicio de
sus reflexiones, Justo intentó encontrar las raíces del socialismo en una
revalorización crítica de toda la historia nacional argentina, repensada desde
el punto de vista de la lucha de clases. Entendía al socialismo como un
movimiento emergente capaz de recuperar las tradiciones de lucha de las clases
explotadas con el fin de echar las bases de un proceso transformador de la vida
política, social y cultural de Argentina.
Juan Justo creía que en un país en el que –no obstante la
estructura republicana- se excluía de hecho a las clases populares del sistema
y de la vida política, la lucha de clases debía ser utilizada no sólo para
imponer, a través de la organización sindical y política, las exigencias
corporativas de los trabajadores, sino también –y fundamentalmente- para la
conquista del sufragio universal, como forma capaz de ampliar la acción
clasista posibilitada por la democratización del estado. Afirmaba que, en este
sentido, antes que un mero acto de conquista del poder por parte de los
socialistas, la emancipación del proletariado debía ser el resultado de un
proceso de lucha social en el que la clase obrera aprende a organizarse y a
gobernar una sociedad nueva.3
Otra figura que debe destacarse dentro de los precursores
del marxismo latinoamericano es la del joven cubano Julio Antonio Mella (1903-1929).
Él, insistió en la necesidad de la alianza de los obreros con los campesinos, estudiantes
e intelectuales progresistas frente a la burguesía nacional y la extranjera
imperialista. Una de sus más significativas batallas en relación con este
aspecto la llevó a cabo contra el aprismo del peruano Víctor Raúl haya de la
Torre, quien subestimaba el rol de la clase obrera en Latinoamérica y, sin
embargo, se presentaba como genuino continuador del marxismo y de lo que
llamaba socialismo indoamericano. Para Mella la incorporación del indio como
fundamento del proceso revolucionario en nuestra América, es un verdadero
anacronismo histórico. Considera que el indio, en cuanto indio, no puede ser
base del proceso revolucionario porque su problema racial se ha convertido con
la sociedad capitalista en un problema económico que sólo el proletariado podrá
resolver. Sus tesis –marcadamente marxista leninista- lo lleva a defender el
internacionalismo proletario como mecanismo de la revolución.
A la hora de abordar los orígenes del pensamiento marxista
latinoamericano, la obra del peruano José Carlos Mariátegui (1894-1930) es
referencia obligada, dado que con ella el ideario marxista alcanzó realmente un
raigambre latinoamericano, siendo utilizado como verdadero instrumento crítico
para la comprensión y transformación de nuestra realidad. Su obra 7 Ensayos de
interpretación de la realidad peruana, marca –a decir de Fornet Betancour- el
momento en que nace la primera articulación sistemática de una forma
latinoamericana del marxismo, dado que es el primer intento de abordar la
realidad haciendo uso confeso del método marxista de interpretación.
Para Mariátegui, la revolución social constituye un proceso
de modificación radical y multilateral de la sociedad peruana de su tiempo, que
comprende desde la socialización de los medios productivos, la toma del poder
político de las clases explotadas contra el bloque gamonalista, oligárquico e
imperialista, hasta la renovación completa de la vida social. Se trataba de una
revolución socialista que en las condiciones del Perú supone el componente
antiimperialista, agrario y nacional revolucionario.
La obra del Amauta evidencia la articulación del proyecto
socialista con la cuestión nacional y la problemática indígena, lo que
significa peruanizar al Perú, en tanto que nación socialista. Dicho proyecto
comprende el proceso de concreción de una voluntad de acción revolucionaria
bajo la égida de los fundamentos metafísicos que explican el papel activo de la
subjetividad en la transformación social, así como la imbricación entre
socialismo e indigenismo, que representa la piedra angular de la comprensión
del socialismo como creación histórica, lo cual se traduce, fundamentalmente,
en el determinismo de las confluencias de las tradiciones comunitarias con el
ideal socialista moderno y en el despliegue de las potencialidades revolucionarias
del trabajador y el campesinado indígena.
2. Orígenes del
debate marxista en Venezuela
En 1919 tiene lugar en Venezuela uno de los intentos por
derrocar la dictadura de Juan Vicente Gómez. Fracasada la conspiración
cívico-militar contra el régimen, algunos de los abanderados de tal acción
sufren la muerte y otros van a prisión o al exilio. Entre ellos destacan
Leopoldo Torres Abadero y Pedro Manuel Ruiz –quienes mueren en La Rotunda-,
Francisco Pimentel y José Rafael Pocaterra –torturados en prisión- y, Gustavo
Machado, Eduardo Machado, Pedro Zuluaga y Salvador de la Plaza, quienes logran
evadir al ejército dando inicio así a largos años en el exilio.
París será la ciudad que los volverá a reunir y a brindarles
un ambiente propicio para el contacto con las ideas revolucionarias de impronta
marxista y leninistas, que luego, durante 1924, fortalecerán con su experiencia
en La Habana junto al joven Julio Antonio Mella. Participan en las actividades
del la Universidad Popular José Martí,
en la creación de la seccional cubana de la Liga Antiimperialista de las
Américas y en la creación del
Partido Comunista Cubano. Estas acciones los llevan - por presión del gobierno
cubano- a México, donde en 1926, Gustavo Machado y Salvador de la Plaza fundan
el Partido Revolucionario Venezolano.
En líneas generales podríamos afirmar que la fundación del
P.R.V., da inicio a la incorporación del ideario marxista en el debate político
venezolano. Su centro de inspiración giró en torno a la unidad de los
venezolanos contra la autocracia interna, la unidad de América Latina contra la
política imperialista de los Estados Unidos de Norteamérica y a la organización
y formación de las masas para que se gobernasen a sí mismas y se destruyeran
las relaciones de explotación que la oligarquía imponía a la mayoría de los
venezolanos.
Gustavo Machado representa una figura fundamental en la
interpretación de la realidad venezolana desde la perspectiva marxista, las
ideas que siguen a continuación son un intento por poner en evidencia el
compromiso de uno de nuestros intelectuales del siglo XX, que utilizó la teoría
marxista-leninista como herramienta teórica y práctica en la lucha del pueblo
venezolano por la instauración de la democracia.
3. Datos biográficos
El 19 de julio de 1898 nace Gustavo Machado, el primer hijo
de Carlos Machado y María Morales, quienes constituían una de las familias mas
acaudaladas de la oligarquía caraqueña. Viene al mundo en un ambiente político
de mucha inestabilidad, donde las pugnas por el poder logran, al poco tiempo
(octubre 1899), derrocar al general Crespo, entonces Presidente de Venezuela.
Se trata de la ascensión de Castro y su comitiva al escenario político nacional
e internacional. Gobierno durante el cual se logra una paz bochornosa, que
logra conjurar y superar la crisis del bloqueo y enviar al destierro a casi
todos los opositores al régimen.
Gustavo Machado presencia, con apenas 10 años, el acto de
traición que llevará a Juan Vicente Gómez por un período de 27 a disponer del
destino de todos los venezolanos. Su infancia y juventud transcurrirá en medio
de ese largo período donde la cárcel, la tortura y el destierro eran los medios
más eficaces para controlar las disidencias.
Con apenas 16 años, Machado participa activamente en la
Asamblea Nacional de Estudiantes, dedicándose a repartir escritos en contra del
régimen . En medio de esta actividad se organiza la primera manifestación
antigomecista, algo que el régimen no iba a tolerar. Machado en mayo de 1914 es
llevado a La Rotunda, pasando diez meses de grandes penalidades y donde templa
su acero para las futuras batallas que habrá de dar en pro de la libertad de
los pueblos latinoamericanos.
Al salir de la cárcel se une al grupo antigomecista Los
Espartacos 4, pero ante el asedio del
gobierno debe salir del país junto a su amigo Pedro Zuluaga, rumbo a Nueva
York, haciendo una breve escala en Curazao. Su estadía en el norte le permite
apreciar desde las entrañas las fauces del imperio que ha convertido al dólar
en una divinidad. Observa con preocupación la concentración de capital sobre la
que se ha construido el país del norte y los avances que este ha permitido
manifiestos en el ferrocarril, la energía eléctrica, los grandes edificios.
Ante la imposibilidad de comenzar sus estudios de Derecho en
las universidades norteamericanas, decide atravesar el Atlántico con destino a
la Ciudad Luz. Una vez en Francia (1920), contempla el primer testimonio de la
guerra. París está desbastada. Ya han pasado dos años desde el final del
conflicto armado y todavía París ostenta las huellas del horror. Ingresa a la
Sorbona y comienza sus estudios de Derecho. Dedícale todo el esfuerzo a esa
carrera para complacer a su familia que se desvive por tener abogados en su
seno. Su estadía en el Viejo Mundo le permite establecer vínculos con la nueva
élite latinoamericana que allí estudia junto a él. Este contacto con
representantes de otros pueblos latinoamericanos le permite a Gustavo reconocer
el daño, el atraso y medir el aislamiento en que se encontraba Venezuela por
culpa de la barbarie con la que era dirigido su destino. La Sorbona le va
mostrando a Machado el contraste entre su país y los del resto de
Latinoamérica. Oportunidad propicia para entrar en contacto con los ideales de
la Revolución Rusa. En medio de la celebración del Congreso Antiimperialista
Mundial, oye a León Troski, quedando cautivado por la idea de derribar la
Bastilla que oprimía, explotaba y espantaba al pueblo venezolano. Inicia así su
camino por las sendas teóricas y prácticas del marxismo-leninismo.
Concluidos sus estudios en París (1924), vuelve a Nueva York
y de allí es destinado a La Habana como representante judicial de los intereses
de la Cuban American Sugar Corporation. La Cuba de ese momento está en completa
ebullición estudiantil. Una Asociación de Estudiantes encabezada, entre otros
por Julio Antonio Mella, promueve y realiza protestas que sacuden toda la isla.
Se trata de la influencia de la Reforma Universitaria5 que en 1918 sacude a la
Argentina y que ahora recorre toda América.
Gustavo observa con interés como el movimiento estudiantil
cubano y sus jornadas durante 1924-1927 logra aglutinar tras de sí a núcleos
importantes de obreros como los tabacaleros, los ferroviarios y los
trabajadores de los muelles que logran hacer causa común con ellos. A medida
que los estudiantes reiteran sus manifestaciones y el gobierno tornase más
agresivo, el eco de aquella lucha repercute con mayor intensidad en distintas
esferas de la población.
En 1925, asiste junto a Antonio Mella y Carlos Baliño
(1848-1926), a la fundación del Partido Comunista Cubano, de donde nacerá una
estrecha amistad. De 1926 a 1929 reside en México, donde funda, junto con
Carlos León, Salvador de la Plaza y Miguel Zúniga Cisneros, el Partido
Revolucionario Venezolano (PRV), núcleo inicial del Partido Comunista
Venezolano. Esta estadía en tierras aztecas, le permite madurar su opción
ideológica por el comunismo y alimentar su espíritu internacionalista por la
causa de los explotados. Conoce de cerca la lucha de Augusto César Sandino por
resistir la invasión de los marines en Nicaragua. En 1929 decide acudir al
encuentro de la causa sandinista, repleto de la solidaridad de México que ha
cultivado para todos los que combaten contra el imperio del Norte.
La experiencia nicaragüense le hace volver la mirada sobre
su tierra y dedicarse a la elaboración de un plan que termine con la ignominia
a la que estaba sometida Venezuela. Es así como, junto a Hilario Montenegro,
planifica el asalto a Curazao para proveerse de un barco y armamento que los
lleve a tierras venezolanas y derrocar al dictador Gómez. Fracasada esta
incursión, Machado se refugia en Colombia, donde permanece hasta 1935 cuando
decide entrar a Venezuela clandestinamente siendo arrestado y enviado al
Cuartel San Carlos. Liberado el 14 de febrero de 1936, luego de la muerte del
dictador, participa en la organización del Partido Comunista Venezolano. Siendo
expulsado nuevamente, permaneciendo desde 1937 hasta 1941 de nuevo en Colombia.
A su regreso a Venezuela combate, junto a Salvador de la Plaza, Rodolfo
Quintero, Pompeyo Márquez y Luis Miquelena la tendencia browderista de
colaboración de clases propugnada, entre otros, por Juan Bautista
Fuenmayor. Esta contienda divide el movimiento comunista en el país quedando
expresado el hecho en la existencia del PCV, dirigido por Fuenmayor y el PCVU
que funda Machado en febrero de 1946.
Es miembro electo de la Asamblea Nacional Constituyente que
se instala en octubre de 1946, y posteriormente diputado por el Distrito
Federal en 1948. Fundador del periódico Tribuna Popular, órgano informativo del
Partido Comunista, que será censurado en 1948. Expulsado nuevamente, hace de
México su residencia desde 1951 hasta 1958. Elegido Diputado al Congreso
Nacional, para el período 1958-1963, debe enfrentar la violación de su
inmunidad parlamentaria y someterse a un juicio militar, cínicamente
planificado por Rómulo Betancourt y su Ministro de Relaciones Interiores Carlos
Andrés Pérez.
Reincorporado a la política nuevamente es electo Diputado al
Congreso para el período 1973-1978, después del cual se retira de la vida
pública. Considerado un militante del honor y soldado de la noble causa por la
lucha del pueblo venezolano y latinoamericano, muere en Caracas en 1983.
Autor de innumerables artículos de prensa, es considerado
uno de los artífices del plan ideológico del Partido Revolucionario de
Venezuela y del Partido Comunista donde encontramos plasmado su ideario
político, así mismo escribe las obras Ante el Consejo de Guerra, En el Camino
del honor, Manifiesto del Partido Revolucionario de Venezuela y El asalto a
Curazao.
4. Opción política
por la tesis marxista
Junto a Eduardo su hermano, Rodolfo Quintero, Salvador de la
Plaza, Miguel Otero Silva, Juan Bautista Fuenmayor, entre tantos otros
destacados intelectuales venezolanos, Gustavo Machado forma parte de la
generación que introduce el pensamiento marxista en Venezuela durante las
primeras décadas del siglo XX. Militante de esta propuesta política asume con
hidalguía el renunciar a los privilegios económicos que le brindara su entorno
familiar, dada la reconocida riqueza de que disponían sus padres, para solidarizarse
con los explotados de la tierra y exigir en los escenarios internacionales
latinoamericanos y europeos el apoyo a la lucha del pueblo venezolano por
derrocar la dictadura gomecista.
En este sentido dirá desde La Habana en 1925:
El Gobierno de los Estados
Unidos de Norte América, poniendo una vez más al servicio de los capitalistas
de Wall Street su fuerza, apoya decididamente a quien les ha entregado los
yacimientos petroleros y amenaza con oponerse a todo movimiento armado que se
intente para tumbar la tiranía. Inglaterra y Holanda apoyadas por la Royal
Dutch han expulsado, entregándolos a Gómez, a los venezolanos residentes en las
islas de Trinidad y Curazao, baluartes y bases de operación de los
revolucionarios venezolanos, Colombia, la República hermana, que más unida
debía estar a la suerte de Venezuela, gobernada a su vez por un grupo de
reaccionarios entregados al Obispo de Bogotá, también ha perseguido a los que
combaten a Gómez.6
Y más adelante, consciente de que la lucha del pueblo
venezolano es la misma lucha de todos los oprimidos que padecen la explotación
del sistema internacional donde impera el capital, sentenciará desde la isla: Son los oprimidos los únicos que
pueden darse cuenta de los dolores de los venezolanos, porque son ellos los que
están sufriendo, han sufrido iguales atropellos de las clases capitalistas que
los explotan7
Haciéndose ejemplo vivo de solidaridad internacional entre
los oprimidos latinoamericanos, acude al llamado que hiciera el General Augusto
César Sandino desde las montañas de la Segovia en Nicaragua a los miembros de
la Liga Antiimperialista8 a
sumarse a la causa del pueblo centroamericano, lugar desde donde volverá
nuevamente a retomar su compromiso y solidaridad arriesgando su propia vida,
diciendo ante la ocasión y al calor de la lucha contra el imperio:
Nosotros, luchadores
venezolanos contra una de las más largas y crueles tiranías de América, estamos
obligados a prestar a Nicaragua, -en esta hora de intensa tragedia- la ayuda
solidaria que hemos solicitado nosotros mismos de los pueblos hermanos y que
mañana que veo tan trágico y doloroso como la situación que estoy presenciando,
solicitaremos con mayor urgencia. 9
Su idea y su lucha, inspiradas en el espíritu americanista
de Bolívar rebasan las fronteras patria y se asume comprometido con el destino
de los pueblos que luchan por su liberación, para él la patria es América y la
lucha debe darse al lado de los oprimidos. Es desde esta concepción de extrema
solidaridad que dice:
En Nicaragua combaten
las fuerzas imperialistas opresoras de los pueblos latinoamericanos y las
fuerzas de liberación que defienden la soberanía de toda América Latina. Que
los pueblos de América conozcan el espíritu de los revolucionarios venezolanos
y sepan que su lucha no se circunscribe a las fronteras estrechas de la tierra
natal, que el espíritu que los anima es el mismo de los LIBERTADORES derramando
sangre de libertad desde Colombia hasta Bolivia, en la primera guerra de
independencia.10
Formado en la vida pública desde muy joven, centra su
reflexión en el destino de su pueblo y el de toda América latina a la fecha
gobernada por personajes genuflexos a los intereses del imperio norteamericano.
Toda su obra estará medularmente inspirada en la lucha de los pueblos
latinoamericanos por la consolidación de su soberanía e independencia cultural
y ello le impone a sus reflexiones una visión humana sobre todos los escenarios
de la vida. Hace del hombre el centro de su propuesta, sobre todo de aquellos
que ven disminuida su condición humana por culpa de las condiciones económicas
que los sumergen en la pobreza y la explotación.
Forjado al fragor de la lucha antigomecista contempla
estupefacto la complicidad de la Iglesia católica quien a través de su máximo
representante para la época, el Papa Benedicto XIV, certifica la complicidad
con el dictador al hacerlo merecedor de la orden Piorna, distinción con lo que
se congratula a sus más fieles y connotados servidores.11 Actitud grotesca ante la
mirada de la población venezolana mayoritariamente católica, quien veía como al
tirano se le otorgaba indulgencia plena hasta la cuarta generación.12 De similar manera criticó la
intervención demagógica de la Compañía de Jesús, al propiciar una campaña de
desprestigio contra los trabajadores venezolanos exiliados en Curazao con el
firme propósito de minar la solidaridad del proletariado curazoleño con la
lucha contra la dictadura de Juan Vicente Gómez.
No cree Gustavo Machado en la jerarquía de razas. Explotados
y explotadores es la única distinción posible entre los hombres. El discurso
hegemónico del conquistador sobre la inferioridad de la raza autóctona cede
ante la grandeza cultural de las ruinas que se salvaron de la destrucción
española. El rasgo característico de América, desde la perspectiva racial, es
el mestizaje. Producto de la esclavitud del indio, llegan a América los habitantes
africanos que vienen a configurar el perfil étnico verdaderamente americano.13 Considera que la trata de
esclavos no terminó con el fin del colonialismo español, la matanza de indios,
prosiguió a pesar de la presencia de la mano de obra negra y se continuaba aún
con el propósito de expoliarles sus reducidos habitas.
Admira el papel de la juventud venezolana en la historia del
país, para él este sector de la población nunca se ha mantenido alejado de la
lucha popular. Considera que los jóvenes intervinieron activamente en el
derrocamiento de Castro en 1908 y fueron ellos los primeros en manifestar su
desconcierto ante las atrocidades del régimen gomecista, ante la clausura de la
Universidad Central en 1912 y la disolución de la Asociación de Estudiantes en
1914. Resultado de esa lucha muchos jóvenes sufrieron el exilio, oportunidad en
la cual reafirmaron su espíritu de rebeldía ante la injusticia, abandonando el
romanticismo de otras épocas cultivaron ideológicamente sus luchas y han
aprendido a ver más profundamente la vida, y las verdaderas causas que originan
las tiranías.14
El tema de los derechos humanos encontró en él plena
conciencia; si algo criticaba con vehemencia a los regímenes dictatoriales
sucedidos durante el siglo XX y a la democracia burguesa representativa
instaurada en la segunda mitad de éste, era la violación flagrante al marco
constitucional que con muchas limitaciones ya garantizaba un mínimo de respeto
por la dignidad humana. Especial referencia hace al trato dado a los presos
políticos, quienes sometidos a trabajos forzados y con alimentación escasa, son
torturados hasta convertirlos en guiñapos humanos.15 Cree que tal práctica
represiva obedece al nivel de sumisión colonial del país, dado que se
manifiesta dondequiera que predomina el capital financiero de los monopolios
internacionales. La violación a los derechos humanos está en consonancia con el
grado de penetración de los consorcios extranjeros y el avasallamiento impuesto
a los cuerpos policiales del país débil por parte de la policía imperialista.16
Preguntose Gustavo Machado ¿Es posible un relato de
fenómenos sociales perfectamente objetivo e imparcial? Y sin vacilación responde:
Seguramente, a
condición de emplear un método científico en su investigación que no descubra
solamente la forma exterior en que se manifestaron sino que señale por qué
revistieron tal aspecto y no otro, cuales fueron las causas fundamentales, los
factores determinantes.17
Afirmaciones estas que
revelan su optimismo epistemológico que al servicio de la causa proletaria
devele el rostro de la realidad. Haciéndose eco de Lenín, quien afirma que el
proletariado necesita la verdad y que no hay nada que perjudique más a su causa
que la mentira benévola o enmascarada, asume el compromiso de la búsqueda de la
verdad,
...la verdad que nos
haga conocer la situación real en que vivimos, que nos señale los mejores
procedimientos de lucha, que nos muestre los errores del pasado y nos permita
utilizar las enseñanzas fecundas de los triunfos y de las derrotas,
especialmente de las derrotas; la verdad que ningún revolucionario teme
contemplar de frente y que estamos obligados a exhibirla desnuda, en toda su
rudeza ante los ojos de las masas trabajadoras del campo y de la ciudad.18
No duda en considerar que son las condiciones materiales
expresadas en las relaciones económicas de producción las que determinan el
acontecer histórico de los pueblos. Para él, el marxismo, es un instrumento
científico de investigación útil a la clase trabajadora, que sin negar la
existencia de algunos de los factores –como por ejemplo, las ideas y la
influencia del medio ambiente– reduce su papel, situándolos ya sea como efecto
de otras causas anteriores, en el caso de las ideas; o fijando la influencia
solamente parcial que le corresponde, en caso del medio ambiente. Se hace eco
dogmáticamente de Marx y junto a él afirma que Son las relaciones de producción las que determinan todas las
otras relaciones que existen entre los hombres en su vida social y estas
relaciones de producción son a la vez, determinadas por el estado de las
fuerzas productivas.19
Machado considera que el hombre para vivir necesita arrancar
a la naturaleza sus medios de subsistencia y en esa lucha crea y perfecciona la
técnica, combate con otros grupos humanos, forma grandes agrupaciones divididas
en clases de explotados y explotadores y condenados a una constante guerra
civil, crea fuerzas de progreso, clases que sucumben y nuevas clases que se
levantan y cada etapa de las fuerzas productivas, es decir, cada forma nueva de
producción condiciona todas las manifestaciones de la vida social (moral, arte,
religión, etc)20 y
transforma la superestructura política de la sociedad modulando la organización
represiva del Estado a sus nuevos reclamos, de manera que corresponde a los
intereses de las clases que controlan la dominación económica. La historia de
la humanidad hasta nuestros días –sentencia- es la historia de las luchas de
clases.21
Afirma que las fuerzas productivas en movimiento constante a
través del proceso dialéctico explican el pasado, permiten ver objetivamente el
presente y prever con el máximo de precisión posible las líneas generales del
futuro. Considera que el método dialéctico, señalando los factores en
permanente contradicción que determinan la evolución de la humanidad, se opone
o rechaza el fatalismo ciego e inexorable, explicando el papel que desempeña la
voluntad del hombre como agente activo en los fenómenos sociales, pero sin
dejar de ser, al mismo tiempo, expresión de la necesidad histórica. 22
Esta apreciación sobre el devenir histórico como producto
del enfrentamiento de clases sociales con intereses antagónicos, lo lleva a
despreciar tajantemente la concepción providencialista que caracteriza la
reflexión de algunos intelectuales positivistas de principios del siglo XX, al
servicio del régimen gomecista. El poder de transformación está –según Machado–
en la acción colectiva organizada de las masas. Además destaca que esta
apreciación es común también encontrarla entre quienes militan en las filas de
la revolución. Por ello frente al oportunismo, la mezquindad y el servilismo
calculador de ciertos caudillistas ramplones que pretenden oponer a la
encarnación personal del despotismo la encarnación personal de la revolución23, enfatiza la lucha de clases
como la única vía válida para la construcción de una sociedad más justa y
solidaria.
5. El
antiimperialismo como opción ideológica
Gustavo Machado es categóricamente antiimperialista, toda su
vida gira en torno a la lucha por encontrar caminos de liberación para los
pueblos oprimidos por los Estados Unidos de Norte América. Concibe de manera
enfática al imperialismo como etapa superior del capitalismo, y lo caracteriza
por el despojo que hace a los países industrialmente atrasados de sus riquezas
naturales, la concentración de industrias con trabajadores mal remunerados,
imposición del consumo de artículos fabricados en la metrópoli y el aumento de
la dependencia hacia el extranjero de los países subordinados. Llega a ser
partícipe de la teoría de la dependencia, entendiendo que las relaciones de
subordinación a la que están sometidos los pueblos pobres de la tierra, lejos
de contribuir a la superación de la pobreza, los condena a acentuar cada vez
más su situación de explotados.
Igualmente considera que el imperialismo hipoteca la vida
económica y política de las naciones al capital extranjero, lo que a su vez
impide la construcción de una industria nacional , los países dependientes y
subordinados –afirma– quedan reducidos política y económicamente a simples
colonias.24 El progreso ante
esta política imperial es una simple quimera. Lo que esta práctica engendra en
verdad es una manifestación parasitaria y fugaz de su sistema usurero de
explotación.25 En este mismo
sentido dirá El imperialismo yanqui necesita de nuestras riquezas naturales y
está dispuesto a exterminarnos –en la misma forma cobarde, feroz y sistemática
que emplea contra los habitantes del Departamento de Nueva Segovia– al primer
intento de nuestra parte para defenderlas.26 Consciente de los planes del
imperio no duda en afirmar que los regímenes políticos latinoamericanos son los
gendarmes del capital financiero, son tolerados, apoyados y cambiados al antojo
de sus pretensiones. Venezuela es para Gustavo Machado el vivo ejemplo de un
gobierno servil, Gómez y Betancourt encarnan el ideal de sumisión exigido por
los Estados Unidos de Norte América. Ambos, claudicando a todo principio de
soberanía nacional sacrificaron los intereses del pueblo venezolano, e
inspirados por el espíritu extranjero desataron encarnecidas persecuciones
violatorias de los derechos humanos con el fin de defender los intereses del
imperio.27
Para Machado, el camino impuesto por el imperialismo para
alcanzar sus metas pasa inexorablemente por la práctica del terrorismo. A este
último lo concibe como el conjunto de hechos violentos efectuados con la
finalidad de sembrar miedo...Su objetivo (...)infundir pánico, espanto, terror
en el ánimo del individuo, de varios o de toda una colectividad,...romper la
moral y, con ella, la voluntad individual o colectiva, quebrantar la
resistencia organizada, imponer la capitulación...28Además representa una forma
inhumana de administrar los intereses de las clases dominantes y del capital
extranjero internacional cuando la revolución de los hambrientos, de los
oprimidos y de los explotados, la insurgencia patriótica de los pueblos
pequeños y débiles, pusieron en peligro sus privilegios de clase y sus
bastiones oligárquicos.29
Ante el vasallaje fascistoide, propulsado por un estado
poderoso, expansionista y codicioso, que procura consolidar su injerencia en la
explotación de los recursos naturales, ante la intromisión extranjera en el
campo de la confrontación interna de las tendencias políticas contrapuestas,
ante esta realidad propia de la era gomecista y de la democracia burguesa
representativa, afirma Machado que no existe otra disyuntiva que la de resistir
como patriotas o resignarse como siervos.30
6. En defensa de la
democracia
Con similar vehemencia pregona, innumerablemente, que la
democracia es el gobierno del pueblo,31 que esta debe construirse
sobre el respeto de los derechos humanos y un marco constitucional que
garantice la participación de todos los sectores de la sociedad, que socialice
la propiedad de la tierra y el trabajo, que propicie la formación de
cooperativas a fin de contrarrestar el embate de las trasnacionales
caracterizadas por el despojo de las riquezas nacionales y rescate el
sentimiento latinoamericanista de los forjadores de patria.32
Tarea nada fácil –considera Machado- dado los altos índices
de penetración ideológica que el imperio ha logrado en nuestra patria, lo que
hace urgente un plan nacional de formación política que les permita a los trabajadores
–en su mayoría analfabetas- definir la responsabilidad del régimen capitalista
en la situación de miseria y opresión que los había condenado a la ignorancia.33
Sumado a esta inquietud, en documento del Partido
Revolucionario Venezolano fechado en 1927 y refrendado por Machado en su
condición de Secretario General, se recogen los lineamientos generales de lo
que sería un plan educativo nacional, una vez triunfe la revolución. En éste
documento se considera que la educación pública en Venezuela se ha
caracterizado por ser teórica, libresca e inútil para ganarse la vida. Ha
estado por demás sólo al alcance de los ricos, negándole el acceso al
conocimiento a la inmensa mayoría. Lo propuesto por Gustavo Machado y su
organización política es una instrucción útil, la que sirva para ganar la vida
y aumentar la riqueza del país. En este sentido se pone énfasis en la
instrucción industrial y agrícola, la primera para hacer obreros, artesanos,
oficiales...capaces; la segunda, para poderle sacar a la tierra todo el jugo
que debe dar.34
Pero además de ello se advierte sobre el error de considerar
la instrucción del pueblo exclusivamente técnica, utilitaria; esta debe
comprender –a decir de Machado– algo de ciencias y de arte, y especialmente de
derechos ciudadanos. En este sentido serán la Universidades Populares35 las llamadas a construir
el pensamiento de la nueva sociedad. Habrá que convocar la participación de los
sabios y los estudiantes, sacarlos de sus reinos para que se enlacen y acerquen
con el pueblo, su única razón de ser. El progreso requerido por el país amerita
del concurso de todos, la instrucción profesional y de altas ciencias, son
indispensables para alcanzarlo.36
7. A manera de
conclusión
No cabe dudas que Gustavo Machado representa una de las
figuras más importantes del ideario marxista en el país. Su obra pone en
evidencia que junto a otras tendencias ideológicas –positivismo, social
democracia, democracia cristiana– que se gestaran en las postrimerías del siglo
XIX y primera mitad del siglo XX, y que algunas de ellas siguen vigentes hasta
nuestros días, existió un propuesta de transformación de la realidad venezolana
desde la óptica del comunismo.
Propuesta política que nunca se consolidó, quizás debido a
la postura ortodoxa con la que se asumieron los postulados de Marx, Lenín y
Stalin, los cuales asumidos como dogmas dejaban poco espacio para las
reflexiones creativas que desde nuestra realidad podrían habérsele inyectado al
proceso comunista internacional.
Gustavo Machado fue un crítico acérrimo al imperialismo
norteamericano, sus razones fueron acertadas –argumentos similares tienes plena
vigencia hoy– pero no pudo desligarse de su admiración por la revolución rusa
justificando la invasión del ejército soviético a Checoslovaquia en nombre de
la revolución del proletariado. Este hecho marca a la izquierda latinoamericana
dado que este país vivía un intenso proceso de debate acerca de qué camino
debía seguir su proceso socialista. Este fue un duro golpe al movimiento
comunista internacional: se acrecentaron las críticas a la URSS, aumentó el
prestigio del Partido Comunista Chino, y sorprendió negativamente a la
izquierda el apoyo crítico expresado por la revolución cubana.
A pesar de propiciar la formación política de sus
seguidores, la estrategia seguida por los marxistas venezolanos no consiguió
transformarse en un movimiento de masas. Esto pone en evidencia que no se supo
interpretar el clamor de un pueblo agobiado por la tiranía y las promesas
incumplidas de los demócratas y que el marxismo como práctica militante constituyó
una ideología de élite.
Quedan muchas cosas por decir sobre el debate socialista,
esperamos que estas líneas contribuyan de alguna manera a rescatar los
postulados mas importantes de los intelectuales venezolanos que hicieron del
marxismo su herramienta ideológica para interpretar nuestra realidad.
Notas
1 En México se funda el Partido Comunista en 1919, Argentina
en 1920, Uruguay 1920, Chile 1921, Brasil 1922, Cuba 1925, Guatemala, El
Salvador y Nicaragua 1923, Paraguay y Honduras en 1927 y Ecuador en 1928.
2 Vease: FORNET-BETANCOURT, Raúl: Transformación del
Marxismo: Historia del Marxismo en América Latina, Ed. Plaza y Valdés, México,
2001. y GUADARRAMA G., Pablo: Bosquejo histórico del Marxismo en América Latina
en Filosofía en América Latina, Editorial Félix Varela, La Habana, 1998.
3 ARICÓ, José: Marxismo Latinoamericano en Diccionario de
Política de BOBBIO Norberto y MATTEUCCI Nicola, Editorial siglo XXI, 1986, pp.
975-992.
4 Salvador de La Plaza, Pedro Zuluaga, Andrés Eloy Blanco y
Pedro Brito son otros de los integrantes de este grupo.
5 Alzamiento estudiantil de Córdoba, Argentina, en 1918, que
da inicio al famoso e influyente movimiento de Reforma Universitaria
que extiende rápidamente por todo el continente un profundo sentimiento
antiimperialista, ya que no se limita a plantear la necesidad de renovar las
estructuras académicas sino que llama a la transformación radical de las
sociedades latinoamericanas.
6 MACHADO, Gustavo y PLAZA Salvador: La verdadera situación
de Venezuela (1925) en El comienzo del debate socialista, El pensamiento
Político del siglo XX, Documentos para su estudio, Tomo 12, Ed. Congreso de la
República, Caracas, 1983, pag 36.
7 Ibidem, pag 36.
8 A partir del espíritu revolucionario antiimperialista del
movimiento de la Reforma
Universitaria se empiezan a crear
en los distintos países americanos, la Ligas Antiimperialistas de las Américas,
movimiento muy influido por marxistas adeptos a la Internacional
Comunista. Entre los líderes fundadores de este movimiento encontramos a Julio
Antonio Mella, Vittorio Codovilla, Enrique Flores Magón, Rubén Martínez Villena
y nuestro autor, Gustavo Machado.
9 MACHADO, Gustavo: Carta de Gustavo Machado desde el campamento
de Sandino, en Ob. Cit. pag. 156.
10 Ibidem, pag. 157.
11 MACHADO, Gustavo: Juan Vicente Gómez: el tirano de
Venezuela en Ob. Cit. pag. 34.
12 MACHADO, Gustavo: El asalto a Curazao, en El comienzo del
debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su
estudio, Tomo 13, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983, pag 98.
13 MACHADO, Gustavo y PLAZA Salvador: La verdadera situación
de Venezuela (1925) en El comienzo del debate socialista, El pensamiento
Político del siglo XX, Documentos para su estudio, Tomo 12, Ed. Congreso de la
República, Caracas, 1983, pag. 41-42.
14 Ibidem, pags. 59-60.
15 Ibidem, pag 51.
16 MACHADO, Gustavo: En el camino del honor, Editorial
Veneprint, Caracas, 1966, pag 12.
17 MACHADO, Gustavo: El asalto a Curazao, en El comienzo del
debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su
estudio, Tomo 13, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983, pag 63.
18 Ibidem, pag 63.
19 Ibid.
20 Ibid.
21 Ibidem, pag 64.
22 Ibid.
23 Ibidem, pag. 63.
24 Ibidem, pag. 80.
25 Ibid.
26 Ibidem, pag. 157.
27 MACHADO, Gustavo: En el camino del honor, Editorial
Veneprint, Caracas, 1966, pag 35.
28 Ibidem, pag. 40.
29 Ibidem, pag. 42.
30 Ibidem, pag. 68.
31 MACHADO, Gustavo: Yo soy comunista, en El comienzo del
debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su
estudio, Tomo 14, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983 pag. 359.
32 MACHADO, Gustavo y PLAZA Salvador: La verdadera situación
de Venezuela (1925) en El comienzo del debate socialista, El pensamiento
Político del siglo XX, Documentos para su estudio, Tomo 12, Ed. Congreso de la
República, Caracas, 1983, pag, 50.
33 MACHADO, Gustavo: El asalto a Curazao, en El comienzo del
debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su
estudio, Tomo 13, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983, pag. 93.
34 MACHADO, Gustavo y PLAZA Salvador: La verdadera situación
de Venezuela (1925) en El comienzo del debate socialista, El pensamiento
Político del siglo XX, Documentos para su estudio, Tomo 12, Ed. Congreso de la
República, Caracas, 1983, pag, 115.
35 Entre 1922 y 1923, se fundan las primeras Universidades Populares, que buscan llevar a la práctica
el espíritu revolucionario del movimiento de la Reforma Universitaria.
Entre las primeras hay que mencionar las siguientes: Universidad Popular
González Prada en Perú; Universidad Popular José Martí, en Cuba; y Universidad
Popular Lastraría, en Chile. Como se sabe, las universidades Populares
representan en la historia social de América Latina el momento en que se
registra un primer encuentro orgánico entre el movimiento estudiantil y el
movimiento obrero.
36 MACHADO, Gustavo y PLAZA Salvador: en Ob. Cit. Pag. 116.
Referencias
bibliográficas
1. ARICÓ, José: "Marxismo Latinoamericano" en
BOBBIO Norberto y MATTEUCCI Nicola, Diccionario de Política. Editorial siglo
XXI, México, 1986.
2. BOBBIO Norberto y MATTEUCCI Nicola, Diccionario de
Política. Editorial siglo XXI, México, 1986.
3. FORNET-BETANCOURT, Raúl: Transformación del Marxismo:
Historia del Marxismo en América Latina, Ed. Plaza y Valdés, México, 2001.
4. GUADARRAMA G., Pablo: Bosquejo histórico del Marxismo en
América Latina en Filosofía en América Latina, Editorial Félix Varela, La
Habana, 1998.
5. MACHADO, Gustavo: "El asalto a Curazao", en El
comienzo del debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX,
Documentos para su estudio, Tomo 13, Ed. Congreso de la República, Caracas,
1983.
6. MACHADO, Gustavo: En el camino del honor, Editorial
Veneprint, Caracas, 1966.
7. MACHADO, Gustavo: "Yo soy comunista", en El
comienzo del debate socialista, El pensamiento Político del siglo XX,
Documentos para su estudio, Tomo 14, Ed. Congreso de la República, Caracas,
1983.
8. MACHADO, Gustavo y DE LA PLAZA, Salvador: "La
verdadera situación de Venezuela" (1925) en El comienzo del debate
socialista. El pensamiento Político del siglo XX, Documentos para su estudio,
Tomo 12, Ed. Congreso de la República, Caracas, 1983