9/5/16

Nietzsche, ¿lector oblicuo de Marx? — II

Friedrich Nietzsche
✆ Shigeru Ito 
Nicolás González Varela   /   Debemos señalar que aunque el Nietzschéisme haya sostenido su tesis sobre el radical olimpismo de Nietzsche, su señorial indiferencia por las cuestiones sociales o políticas, e independientemente de nuestra disposición hermeneútica, es una proposición insostenible. El mismo Nietzsche consideraba a la Cuestión Social, a la Soziale Frage de la época, como una de las consecuencias fundamentales de la décadence burguesa, precisamente uno de los problemas que más le acuciaba resolver, ya que el Nihilismo no era más que su lógica. Como Nietzsche afirmaba, no sólo de ha de luchar contra los estados que son la consecuencia de toda la miseria presente de la “degeneración”, cuyo modelo germánico es el Volkstaat de Bismarck, sino que “toda la décadence que ha habido hasta ahora continúa estando pendiente, es decir, sigue viva. Una tal aberración total de la Humanidad en sus instintos fundamentales, una tal décadence total del juicio de valor es el signo de interrogación par excellence, el auténtico enigma que el animal ‘humano’ le plantea al filósofo”.[1] La “Cuestión Social”, y, por ende y con ella, el propio Marx, es una parte arquitectónica fundamental del enigma moderno. La crítica al Nihilismo exige para Nietzsche, en cuanto Medicina cultural, el conocimiento y la correcta evaluación no sólo de la “Cuestión Social” en tanto síntoma, sino de sus consecuencias (Folgen) más perversas, como el Anarquismo o el Socialismo. Dicho con sus propias palabras: toda Filosofía “práctica” debe pasar en seguida a primer plano en “situaciones de emergencia”, como la de la Modernidad. “Se puede ver que lo que combato”, dirá Nietzsche tardíamente, “es el optimismo económico”. Para disputar a los denostados “socialistas sistemáticos” (socialistischen Systematiker) se necesita conocer a fondo la racionalización de esta degeneración para enfrentarla en forma de un Contramovimiento, un Gegenbewegung. ¡Guerra a todos los presupuestos con los que se ha fingido un mundo verdadero! grita el filósofo del martillo. La Voluntad de Verdad es en el fondo Voluntad de Poder. Es Nietzsche mismo quién niega y reniega su aparente olimpismo filosófico con respecto al Mundo histórico.[2]