Friedrich Nietzsche ✆ Shigeru Ito |
Nicolás González Varela / Debemos
señalar que aunque el Nietzschéisme
haya sostenido su tesis sobre el radical olimpismo de Nietzsche, su señorial
indiferencia por las cuestiones sociales o políticas, e independientemente de
nuestra disposición hermeneútica, es una proposición insostenible. El mismo
Nietzsche consideraba a la Cuestión Social, a la Soziale Frage de la época, como una de las consecuencias
fundamentales de la décadence burguesa,
precisamente uno de los problemas que más le acuciaba resolver, ya que el
Nihilismo no era más que su lógica. Como Nietzsche afirmaba, no sólo de ha de
luchar contra los estados que son la consecuencia de toda la miseria presente
de la “degeneración”, cuyo modelo germánico es el Volkstaat de Bismarck, sino que “toda la décadence que ha habido hasta ahora continúa estando pendiente, es
decir, sigue viva. Una tal aberración total de la Humanidad en sus instintos fundamentales,
una tal décadence total del juicio de
valor es el signo de interrogación par
excellence, el auténtico enigma que el animal ‘humano’ le plantea al
filósofo”.[1]
La “Cuestión Social”, y, por ende y con ella, el propio Marx, es una parte
arquitectónica fundamental del enigma moderno. La crítica al Nihilismo exige
para Nietzsche, en cuanto Medicina cultural, el conocimiento y la correcta
evaluación no sólo de la “Cuestión Social” en tanto síntoma, sino de sus
consecuencias (Folgen) más perversas,
como el Anarquismo o el Socialismo. Dicho con sus propias palabras: toda
Filosofía “práctica” debe pasar en seguida a primer plano en “situaciones de
emergencia”, como la de la Modernidad. “Se puede ver que lo que combato”, dirá
Nietzsche tardíamente, “es el optimismo económico”. Para disputar a los
denostados “socialistas sistemáticos” (socialistischen
Systematiker) se necesita conocer a fondo la racionalización de esta
degeneración para enfrentarla en forma de un Contramovimiento, un Gegenbewegung. ¡Guerra a todos los
presupuestos con los que se ha fingido un mundo verdadero! grita el filósofo
del martillo. La Voluntad de Verdad es en el fondo Voluntad de Poder. Es
Nietzsche mismo quién niega y reniega su aparente olimpismo filosófico con
respecto al Mundo histórico.[2]