16/3/16

Le marxisme est-il «eurocentrique»?

Karl Marx  ✆ Arton 
Lance Selfa   |   Beaucoup de gens qui militent aujourd’hui sont entrés en contact avec les idées marxistes pendant leurs études à l’université ou lors d’activités qui s’y déroulent ou encore dans des livres écrits par des universitaires. A travers ces canaux, certaines interprétations de Karl Marx et du marxisme ont acquis la force d’une espèce de sagesse conventionnelle. L’une de ces idées figées est que le marxisme serait « eurocentrique » et n’aurait donc pas grand-chose à apporter aux masses populaires du monde globalisé du 21e siècle. 

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Cette lecture du marxisme est virtuellement hégémonique dans certains milieux académiques. Par exemples, les professeurs d’études post-coloniales María do Mar Castro Varela et Nikita Dhawan soutiennent que Marx a défendu « un modèle eurocentrique de l’émancipation politique qui ignore constamment le vécu des sujets colonisés dans les sociétés non-occidentales » et aurait « échoué dans la tentative de développer son étude de l’Inde et de l’Afrique en une analyse exhaustive de l’impérialisme ». Pour ces auteurs, l’analyse de Marx a négligé « les groupes dépossédés de leurs droits tels que les peuples colonisés ».

Historia Diplomática Secreta del Siglo XVIII — El enigma ruso: el esclavo-soberano

Karl Marx
✆ Víctor Minca
Karl Marx   |   La influencia preponderante que Rusia ganó por sorpresa en Europa en diferentes épocas ha atemorizado a los pueblos de Occidente, que se le han sometido como a una fatalidad o sólo lo han resistido por momentos. Pero junto a la fascinación vemos renacer constantemente un escepticismo que la sigue como su sombra, mezclando la nota ligera de la ironía a los gritos de los pueblos agonizantes, burlándose de la verdadera grandeza del poderío ruso como de la actitud que adopta un histrión para deslumbrar y engañar. Otros imperios han suscitado durante su infancia dudas semejantes; pero Rusia se volvió un coloso sin haberlas disipado. Nos ofrece el único ejemplo histórico de un enorme imperio que, incluso tras unas realizaciones de envergadura mundial, no deja de ser considerado como un asunto de creencia y no de hecho. Desde principios del siglo XVIII hasta hoy, no hay un sólo autor que haya creído posible dispensarse de probar su existencia, para empezar, antes de glorificarla o criticarla. Pero seamos espiritualistas o materialistas hacia Rusia, es decir, consideremos su existencia como un hecho palpable o como una simple visión de pueblos europeos con la conciencia llena de remordimientos, la pregunta sigue siendo la misma: ¿Cómo ha logrado esta potencia, o este fantasma de potencia, adquirir semejantes dimensiones y suscitar, por un lado, la denuncia apasionada de la amenaza que constituía para el mundo al repetir el fenómeno de una monarquía universal y, por otro lado, la furiosa negación de esa amenaza?