◆ El presente trabajo es un Capítulo del libro Crónicas marxianas. Sobre Marx y el Marxismo
que próximamente será publicado, que ha sido cedido gentilmente por su autor para "Ñángara Marx"
Nicolás González Varela
| ¿Marx
y Engels son una suerte de Castor y Pollux en la novela familar del Marxismo?
Después de la muerte de Marx, Engels se transformó no solo en el albacea del
legado de Marx sino, involuntariamente, en el “hombre de confianza del
proletariado con consciencia de clase”.[2]
Como decía De Quincey a propósito de Kant, doy por sentado que toda persona
instruida confesará cierto interés por la historia personal de Friedrich Engels, aunque le haya faltado afición para
conocer la historia de sus opiniones filosófico-políticas. Y es que suponer a
un lector del todo indiferente a Engels es suponerlo del todo inintelectual.
Esta simple presunción es la que también nos obliga a escribir este breve
esbozo conmemorativo de su vida y práctica después de 1883.
El
tortuoso recorrido, entre errático y azaroso, que sufrieron a lo largo de su
historia editorial los escritos de Marx sólo puede compararse con las
coincidencias afortunadas, fantásticas, triviales y casi increíbles con las que
pudo salvarse para la posteridad la mayor parte de la obra de Aristóteles. Al
igual que Marx, sus escritos sufrieron las inclemencias de los intereses
políticos y los caprichos culturales en los cambios en la forma de atención. Y,
al igual que Aristóteles, los manuscritos de Marx guardan una peculiaridad muy
especial: la mayor parte son apuntes, bocetos, notas y memoranda, producto de una técnica de trabajo intelectual limitada
por la extrema pobreza y las constantes emigraciones políticas.