Eduardo
Montes de Oca | Tal vez haya pocos
ámbitos del conocimiento y la praxis donde suelan errar las predicciones tanto
como en la sociedad. El hecho de que, como en otras áreas, un elemento
emergente pueda cambiar en un santiamén un escenario y que la esfera esté
transida del factor humano, es decir, que en ella medie la voluntad del sujeto,
hace que a menudo los profetas queden en flagrante ridículo ante una
muchedumbre adaptada a la credulidad por heraldos especializados en recetas
prefabricadas.
– Marx: Aquí está, les recomiendo este libro |
Recordemos que ninguno de los más “conspicuos”
sovietólogos previó en su momento la estrepitosa, rauda caída de la URSS,
mientras la mismísima Margaret Thatcher, en los vagidos de los noventa,
proclamaba el peligro que resultaba para Occidente la puja con el “oso” en el
campo de... ¡la economía! ¿Alguien ha olvidado que, en sentido opuesto, más de
un oligarca internacional contaba con la plusvalía que obtendría de
materializarse la anhelada vuelta de Cuba al redil anterior a 1959 al quedar
abandonada a su suerte por los antiguos socios del campo socialista que
fuera? Por eso deviene loable el intento de quienes
no se dejan llevar por el “sentido común”, por la conciencia prefilosófica, que
se dio a la tarea de anunciar que el otro mundo, el rival, perduraría por los
siglos de los siglos, amén, lo cual incluso encontró plasmación “teórica” en el
cacareado “fin de la historia” del hoy apenas mencionado Francis
Fukuyama.