31/5/15

Perspectiva marxista de Goethe

Goethe ✆ David Levine 
José María Laso Prieto   |   Quienes, en la adolescencia, leímos Werther, Las afinidades electivas, Fausto, &c., quedamos para siempre impactados por la potencia creadora de Johann Wolfgang von Goethe. En un sentido distinto, también nos impresionaron dos frases que se le atribuían. Por la primera, proclamaba: Quien tiene el arte y la ciencia, tiene la religión. Quien no tiene el arte y la ciencia, que tenga la religión. Tal frase, a pesar del atractivo que tenía por sus sugerencias artísticas, no acababa de agradarnos pues captábamos en ella un trasfondo elitista. Menos nos agradó todavía la preferencia, que a Goethe se le atribuía, del orden sobre la justicia. En tales aforismos goethianos creíamos percibir la anatomía de una naturaleza imbuida de un exacerbado individualismo egoísta que despreciaba olímpicamente a sus semejantes. No obstante, además de literario, había otro Goethe que nos atraía. El que tuvo visión histórica suficiente para discernir en la batalla de Valmy el nacimiento de una nueva época; el que en la entrevista de Erfurt impresionó de tal modo a Napoleón, que éste le caracterizaría con el clásico Voilá un homme («He aquí un hombre»). Bien es cierto también que esta entrevista nos deja el regusto amargo de la actitud de Goethe hacia Napoleón. No admira en él a la espada de la Revolución francesa que destroza los lazos feudales subsistentes en Europa. El general revolucionario se ha proclamado ya Emperador y Goethe le admira como el restaurador del orden en el caos revolucionario. En tal sentido, la actitud de Goethe frente a Napoleón se sitúa en las antípodas de la de Beethoven.

El dinero | La inversión universal de las individualidades

El dinero, en cuanto posee la propiedad de comprarlo todo, en cuanto posee la propiedad de apropiarse todos los objetos es, pues, el objeto por excelencia
El dinero es el alcahuete entre la necesidad y el objeto, entre la vida y los medios de vida del hombre
El dinero puede cambiar cualquier propiedad por cualquier otra propiedad y cualquier otro objeto, incluso los contradictorios
Karl Marx   |   Si las sensaciones, pasiones, etc., del hombre son no sólo determinaciones antropológicas en sentido estricto, sino verdaderamente afirmaciones ontológicas del ser (naturaleza) y si sólo se afirman realmente por el hecho de que su objeto es sensible para ellas, entonces es claro: 1) Que el modo de su afirmación no es en absoluto uno. y el mismo, sino que, más bien, el diverso modo de la afirmación constituye la peculiaridad de su existencia, de su vida; el modo en que el objeto es para ellas el modo peculiar de su goce. 2) Allí en donde la afirmación sensible es supresión directa del objeto en su forma independiente (comer, beber, elaborar el objeto, etc.), es ésta la afirmación del objeto. 3) En cuanto el hombre es humano, en cuanto es humana su sensación, etc., la afirmación del objeto por otro es igualmente su propio goce. 4) Sólo mediante la industria desarrollada, esto es, por la mediación de la propiedad privada, se constituye la esencia ontológica de la pasión humana, tanto en su totalidad como en su humanidad; la misma ciencia del hombre es, pues, un producto de la autoafirmación práctica del hombre. 5) El sentido de la propiedad privada -desembarazada de su enajenación- es la existencia de los objetos esenciales para el hombre, tanto como objeto de goce cuanto como objeto de actividad.