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Arthur Rimbaud ✆ Manuel Jular
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Fernando Rendón |
En un poema del cubano Luis Rogelio Nogueras (Wichy), se nos revela un
hipotético encuentro entre Carlos Marx y Arthur Rimbaud en un café de París. No
obstante pudo haber sido en Londres, en 1872, en las reuniones comuneras del
Soho, o en la espaciosa sala de lectura de la biblioteca del Museo Británico,
donde ambos leían por los mismos días tal vez los mismos libros, en los meses
posteriores a la derrota de la Comuna de París, cuando los dos grandes hombres
(revolucionarios y poetas) se cruzaron sin haberse saludado ni reconocido en la
dimensión de su grandeza. Se explica, quizá, porque Rimbaud tenía solo 18 años
y Marx ya 54. Rimbaud y Marx se encontraron, en cambio, en muchas de las
líneas fundamentales del pensamiento y de la escritura sobre la realidad
opresora de su época: monstruosa máquina de guerra del capital contra el
trabajo. Ambos reclamaron, como respuesta al terror burgués, hacer realidad dos
llamados urgentes: transformar el mundo y cambiar la vida. Al programa
revolucionario, fruto de la experiencia y la sabia reflexión sobre la lucha del
pueblo durante siglos, se añadía la pulsión de la primavera humana en el mundo
y la escritura febril y visionaria del amor insurrecto capaz de transformarlo
todo.