Foto: Iñaki Gil de San Vicente |
Iñaki Gil de San Vicente | La
ponencia que aquí se ofrece es la continuación de la presentada a debate en
2010, de la que luego se habla. En estos cinco años la crisis socioecológica se
ha agravado a la vez que se ha endurecido el imperialismo ecológico [1].
Recientemente, Beinstein ha recurrido al mito antiguo greco-egipcio de
Uróboros, la serpiente que se come a sí misma empezando por su cola hasta la
cabeza para reiniciarlo de nuevo, una y otra vez [2] para mostrarnos
lo que realmente sucede. El aumento de la precariedad vital está dando la razón
a Engels: «La organización de los obreros y su resistencia creciente sin cesar
levantarán en lo posible cierto dique ante el crecimiento de la miseria.
Pero, lo que crece indiscutiblemente es el carácter precario de la
existencia» [3]. La ONU y la FAO recomiendan que se produzcan en masas
insectos, escarabajos y gusanos comestibles [4] para prevenir las
hambrunas que se acercan.
Con el actual nivel de desarrollo potencial de las
fuerzas productivas bajo control de poderes populares, se podría acabar con esa
precariedad vital que destroza la vida. Hoy existen recursos científicos y
técnicos capaces de prevenir con alta verosimilitud el agravamiento de la
crisis socioecológica y el consiguiente empeoramiento de la precarización de la
vida humana. Por ejemplo, es muy probable que los efectos causados por el
calentamiento climático en Europa y en el Ártico sean desastrosos para las
clases explotadas, aunque «las petroleras ven en el deshielo del Ártico la
oportunidad económica» [5].