26/1/15

Marx, sin eufemismos | Sobre La cocina de Marx. El sujeto y su producción – Sandro Mezzadra

Es necesario pensar, una vez más, con Marx. Y hacerlo a la luz de las exigencias de un capitalismo que implementa nuevas modalidades de acumulación, simultáneamente por explotación y desposesión. Nos interesa trabajar el pensamiento marxiano con Marx y más allá de Marx.

Karl Marx ✆ A.d.
Diego Sztulwark

La vigencia del proyecto de la crítica de la economía política como racionalidad inmanente a una política comunista o de liberación encuentra una potente deriva en la breve e intensa lectura de Marx que propone Sandro Mezzadra en La cocina de Marx. El sujeto y su producción (Tinta Limón Ed., Bs-As, 2014). [Sandro Mezzadra, Nei cantieri marxiani. Il soggetto e la sua produzione, Manifestolibri, Roma 2014]. El método de la crítica es simple de enunciar y se remonta, cuanto menos, hasta la Europa del siglo XVII, donde se recorta la figura de Spinoza, en un arco que, en Foucault, se extiende hasta nuestros días. Y, entre ellos, Marx. Mostrar el funcionamiento como forma de combatir trascendencias: de eso se trata. Nombres que no son sino máscaras de una potencia de la crítica que encuentra en el autor de la Ética las primeras imágenes de pensamiento capaces de combatir toda trascendencia teológico-política hasta el final y, en Foucault, una forma de  análisis que con extrema agudeza y a partir de algunas nociones claves como biopolítica y neoliberalismo visibiliza claves de los procesos más actuales de producción de subjetividad. En ese marco cobra un sentido específico y potente la invitación a meterse en la cocina de Marx, en los talleres en los que fue labrando sus métodos, puliendo sus conceptos, en el intento por dar cuenta de cierta racionalidad y regularidad del proceso de producción de subjetividad en el capitalismo. 

¿Qué es el marxismo? – El clásico de Jacobo Muñoz

Karl Marx ✆ A.d. 
Mario Espinoza Pino   |   Con la publicación de Lecturas de Filosofía Contemporánea (Materiales, 1978), Jacobo Muñoz (Valencia, 1942) coronaba una década que le consagraría como figura destacada de una nueva generación de intelectuales españoles. La generación que –además de renovar el panorama filosófico nacional– articuló el proceso de transición institucional entre la academia franquista y la universidad del período democrático. En el caso específico de Muñoz, ésta transición se haría a través de cierta ruptura: no sólo su habitus se hallaba lejos delcanon escolástico cultivado por la vieja curia académica, sino que la línea de trabajo por la que sería reconocido era abiertamente opuesta al régimen: el marxismo. Ya desde muy joven, Muñoz fue capaz de forjar un crisol intelectual verdaderamente singular, integrando un conjunto de conocimientos y disposiciones que rebasaban los límites impuestos por el estrecho campo filosófico español. En términos sociológicos, podríamos decir que adquirió un capital cultural alternativo al de las redes filosóficas hegemónicas [1]; si éstas se caracterizaban por practicar una exégesis ahistórica y puramente conceptual de la Filosofía, limitada a los textos sagrados de una no menos sacralizada tradición de pensadores, la formación del filósofo transitaría decididamente por ámbitos ajenos al canon. Así, la Literatura, la Política y la Historia, consideradas por la academia “externas” a lo filosófico, cumplirán un papel central en el desarrollo intelectual de Muñoz, influyendo decisivamente en su acercamiento al marxismo y en su concepción de la Filosofía [2].