Graffiti: Amor y dinero ✆ Bansky |
Álvaro González Cruz |
El arte, como parte inherente al pensamiento humano, se desarrolla, se
nutre y crece de las ideas que se generan en su entorno. Vida, pensamiento y
arte son compañeros inseparables que no paran de entrelazarse y formar las
bases sobre las que nace nuestra sociedad. Es de esta manera como toda teoría
política ha tenido repercusión en la teoría del arte y de manera inevitable en
el arte en sí mismo. Es interesante volver la vista hacia el pasado e intentar
vislumbrar por qué y de qué manera estos pilares han ido
conformando al arte como un instrumento de lucha social y la manera en la que
eso se refleja actualmente. Un buen punto de partida al triángulo
política-arte-sociedad son dos interesantes obras de Arnold Hauser: Historia
Social del Arte y la Literatura [1] y Sociología del Arte [2] en las que a grandes rasgos estudia como
cada tipo de sociedad genera un estilo específico acorde con ella y que
reforzará su propia identidad, según cita en la segunda obra: Tanto la religión como la filosofía, la
ciencia y el arte tienen una función en la lucha por la existencia de la
sociedad (…) Marx fue … el primero que formuló el pensamiento de que los
valores espirituales son armas políticas. Es cierto que estas obras en
ocasiones crean una relación un tanto forzosa y estereotipada que respalda la
relación de algunos condicionantes sociológicos concibiendo un estilo artístico
determinado, pero también es evidente que ponen de manifiesto el incuestionable
nexo entre el arte y su naturaleza contestataria ante el poder político.