► “La industria
moderna ha transformado el pequeño taller del maestro patriarcal en la fábrica
del capitalista industrial. Masas de obreros, hacinados en la fábrica, son
organizadas en forma militar. Como soldados rasos de la industria, están
colocados bajo la vigilancia de toda una jerarquía de oficiales y suboficiales.
No son solamente esclavos de la clase burguesía, del Estado burgués, sino
diariamente, a todas horas, esclavos de la máquina, del capataz y, sobre todo,
del burgués individual, patrón de la fábrica. Y este despotismo es tanto más
mezquino, odioso y exasperante, cuanto mayor es la franqueza con que proclama
que no tiene otro fin que el lucro” | Karl Marx, 2007a: 163
Augusto Velásquez Forero | Cuando se pone de por medio la idea de progreso para
interpretar los acontecimientos políticos, económicos, sociales y filosóficos a
través de la historia, a primera instancia parece que la figura legendaria del
doctor Karl Marx 1 no tuviera nada que ver con el proyecto de la modernidad;
sin embargo, sus escritos 2 y especialmente “El manifiesto del Partido Comunista de 1848” supera
las expectativas de cualquier duda acerca de las contribuciones de este paladín
del proletariado a la idea de progreso, ya que, sus análisis históricos se
traducen continuamente en un tránsito revolucionario de las fuerzas
productivas, es decir, en una transformación de los medios de producción y los
bienes de consumo; esto según Marshall Berman (1991) es una forma de reconocer que
todavía tenemos deseos de seguir viviendo dentro de los escombros de la
vorágine del «desarrollo», a
pesar de los desafíos de la destrucción innovadora de la ciencia y la
tecnología.