Es necesario para la comprensión cabal y la defensa ideológica de la
dialéctica materialista una definición y separación bien clara de los conceptos
«ideal» y «material», así como otra para los dos grandes campos de la
filosofía, el materialismo y el idealismo.
Ante todo, conviene tener en cuenta que las categorías «material» e «ideal»
no son totalmente antagónicas, y que, siendo opuestas entre sí, pueden convivir
en un mismo sistema filosófico, aunque siendo dominada la una por la otra. Y
dependiendo de cuál domine a cuál en nuestro sistema nos encuadraremos, como
sabe el lector, en el idealismo o en el materialismo. Por el contrario, la
contradicción entre idealismo y materialismo sí es antagónica, en la medida en
que sólo uno de ellos puedes ser verdadero, sólo sobre uno de ellos puede
basarse un sistema filosófico, excluyendo al otro. Parece una obviedad recordar
estos dos puntos, pero veremos como el materialismo que excluye o reduce lo
ideal a un mero problema de relación entre el cerebro y las ideas, o aun
problema limitado a la conciencia, es tan infantil y vulgar que cualquier
sistema de idealismo objetivo se acerca más a la realidad que él.