Karl Marx ✆ Natalia Rizzo |
Henry
Lefebvre | Un estudio detallado de los estudios de la
Escuela sociológica francesa descubriría las profundas razones de sus
debilidades, de su estancamiento, de su necesidad de renovación, que nadie hoy
(parece) piensa negar. Resumamos aquí brevemente las conclusiones de este
análisis crítico, que desborda el marco de un simple artículo y que será efectuado
en otro lugar.
1. La Escuela sociológica
francesa no ha tenido una noción clara del “hecho sociológico”. Ella ha
oscilado y oscila todavía entre dos concepciones, una que representa el “hecho
sociológico” como una cosa, pues como una entidad abstracta, metafísica,
exterior a la actividad, a la voluntad y asimismo, a la consciencia de los seres
humanos (Durkheim), la otra que reduce los hechos sociales a unos hechos psicológicos
individuales (la imitación de Tarde; la teoría “psicológica” del valor,
aceptada por todos los economistas no-marxistas, etc.). Estas dos concepciones
tienen en común su idealismo.
Aunque se tratase de “representaciones colectivas” o de “motivaciones
individuales” —de un “ser social” o de una colección de consciencias
individuales— el hecho sociológico y humano se presenta como cortado de sus
relaciones concretas con el poder del hombre sobre la naturaleza material, con
las relaciones
sociales prácticas
de los seres humanos entre ellos.