10/4/14

Proudhon, o el discreto encanto de la pequeña burguesía | La carta de Karl Marx a Pavel Annenkov

  • "La acción práctica y violenta de las masas es la única que puede resolver los conflictos de la sociedad moderna." | Karl Marx (1818-1883), versión modificada de un pasaje de la carta a P. V. Annenkov
Foto: Pavel Annenkov
Ariel Mayo  |  Karl Marx (1818-1883) y Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) se querían poco y nada. A un breve período de amistad, cuando Marx emigró de Alemania y se radicó en París (1843), le siguió una larga historia de confrontación teórica y política, que se prolongó, por parte de Marx, hasta después de la muerte de Proudhon. Marx y Proudhon eran personalidades bien diferentes, a punto tal que puede decirse que eran tan incompatibles como el agua y el aceite. También es cierto que Marx admiró inicialmente a Proudhon. Cuando se conocieron, Marx era un joven de 25 años, Doctor en Filosofía, un perfecto desconocido en Francia, que estaba completando su acercamiento al movimiento obrero y al socialismo. Proudhon, en cambio, tenía 35 años y ya había alcanzado la fama con su libro ¿Qué es la propiedad? (1840). En verdad, cabe decir que Proudhon mostró gran deferencia al acercarse a ese alemán ignoto, que conocía a la perfección el “oscuro” lenguaje hegeliano. Hegel y el movimiento obrero fueron los imanes que posibilitaron la aproximación de ambos intelectuales. Marx estaba ávido por conocer de primera mano al autor de una obra que había sometido a una crítica feroz a la institución de la propiedad y por tener noticias de primera mano del movimiento obrero francés; Proudhon, siempre dispuesto a conocer nuevas ideas en tanto autodidacta, sentía curiosidad por la filosofía hegeliana. Sin embargo, existían también fuertes motivos que tendían a alejarlos. Marx tenía una profunda aversión por el diletantismo intelectual, y Proudhon entraba

Karl Marx contra el IV Reich neoliberal

Karl Marx ✆ Radierung 
  • “Marx es el máximo investigador de temas económicos y socialistas de nuestro tiempo. A lo largo de mi vida he entrado en contacto con numerosos estudiosos, pero no conozco a ninguno que sea tan erudito y profundo como él” |  M. A. Bakunin, 23 de enero de 1872
Manuel Fernández-Cuesta  |  Hemos leído tanto a Marx que ya no sabemos interpretar sus textos. Hemos citado tanto a Marx, en cualquier situación, con cualquier excusa, que hemos olvidado de dónde provienen las citas y su utilidad práctica. Cubiertos de polvo, en los estantes superiores, olvidados, los libros de Marx, origen judío, bautizado luterano, ateo, nos recuerdan con sus arrugas y subrayados otras épocas, quizá más felices, otras vidas. Como un lejano pariente, aquel que recorrió ciudades de Europa de exilio en exilio, penuria económica, hasta morir, apátrida, en el Londres victoriano, hacedor de lo social, maestro de la sospecha, el analista que entendió lo real como el conjunto de circunstancias socio-materiales y relaciones sociales, nos mira, desde un pequeño retrato, y se interroga incrédulo, sobre nuestra actitud ante la