10/10/13

Capitalismo y soberanía alimentaria

Rafael Silva  |  Hace varias generaciones que el capitalismo persigue al campo, persigue su producción, su modo de vida, persigue su transformación en uno de sus elementos tractores, y para ello, ha de conseguir (prácticamente lo ha hecho ya) abolir el modelo ancestral de cultura campesina que durante siglos hemos disfrutado, el que disfrutaron las pasadas generaciones. Para ello y en primer lugar, se fomenta el cultivo de los modos de vida consumistas de las grandes ciudades, a la vez que se extiende una “mala imagen” (entiéndase como un concepto de “atraso social”) de las personas y de los modos de vida campesinos.

Mientras intentan acabar con la cultura campesina tradicional, con sus costumbres, con sus valores, etc., eliminando las posibilidades reales de producción y de autoconsumo del campo, se va convirtiendo a las ciudades en grandes monstruos de la civilización, se centraliza en ellas no solamente los aspectos culturales, de ocio, de diversión, de mercados de trabajo, ocupacionales, de estudios y de formación, sino también se va centralizando el modo de producción y de consumo capitalista, que obedecen, como sabemos, a los de la producción extractivista y explotadora. El campo se va quedando vacío, se cierran las oportunidades locales de desarrollo, a la par que se fomentan políticas de redistribución de los productos locales que pasan por diversas cadenas de intermediarios hasta que llegan a sus consumidores finales en las grandes