19/9/13

Marx, Wall Street e la lotta di classe

Karl Marx in Wall Street ✆  M. Wuerker
Riccardo Cavallo  |  Da poco è apparsa l’ultima fatica di Domenico Losurdo, La lotta di classe. Una storia politica e filosofica [1] che, muovendosi controcorrente rispetto alla vulgata liberista imperante, si sofferma su uno dei nodi problematici più significativi dell’opus marx-engelsiano: la teoria della lotta di classe. Si tratta di un ulteriore tassello che va inserirsi nel ventennale percorso di ricerca del filosofo urbinate che, oltre a stilare un vero e proprio cahier de doléance sui misfatti dell’Occidente liberal-capitalista, intende intervenire nelle ferite ancora aperte della tradizione marxista mettendone in evidenza luci ed ombre.

1. What would Marx Think? Questo interrogativo campeggia sulla copertina della versione europea del Time del febbraio 2009, cioè nel momento clou della crisi finanziaria che partita dall’esplosione del sistema dei mutui subprime originatasi negli Stati Uniti, stava per dilagare anche nel resto del mondo. Non è un caso allora che il prestigioso magazine decida di dedicare la propria cover story ad un possibile ritorno alle tesi marxiste nell’epoca di Wall Street. Così il celebre ritratto del filosofo di Treviri diviene immagine pop, dai pixel giallo-oro che scorre al posto dei valori dei titoli azionari sul rullo della Borsa cui si accompagnano altre frasi fluorescenti che rimandano alla necessità di elaborare nuove idee per uscire dalla crisi e allo spauracchio del ritorno della povertà. Tutto insomma lascia presagire che le tesi di Marx, prima fra tutte quella sulla lotta di classe, siano più che mai da riprendere in considerazione come utile strumento per evitare il baratro generato dalla voracità autodistruttiva dei mercati.

Malgrado le apparenze, nel suo articolo intitolato Rethinking Marx[2], l’editorialista Peter Gumbel è ben lungi dal voler inneggiare ad un ritorno del marxismo,

La concepción marxista del cambio tecnológico

Karl Marx ✆ Graziano Origa
Claudio Katz  |  La teoría marxista del cambio tecnológico es indisociable de la interpretación general que tiene esta concepción del funcionamiento del capitalismo. Solo a fin de establecer una comparación con otros enfoques de la innovación, tiene sentido delimitar sus características específicas. La visión de Marx sobre la tecnología está expuesta en diversos textos y en las compilaciones que han seleccionado sus reflexiones sobre el tema. Entre los teóricos más conocidos de la innovación predominan dos actitudes diferentes hacia la obra de Marx. Los pensadores neoclásicos ortodoxos como Solow o aggiornados como Romer ignoran por completo sus trabajos, mientras que otros exponentes de la misma linea como Samuelson, lo combatieron encarnizadamente. En estos casos el rechazo a Marx es tan categórico, que resulta difícil el análisis comparativo. No solo las nociones teóricas, sino incluso el lenguaje corriente utilizado para estudiar la innovación es complemente diferente. Aunque algunos autores subrayen ciertos paralelos, hay que esforzarse para percibir que Marx y los neoclásicos están hablando del mismo tema. Una lectura diferente se observa entre los pensadores opuestos al marginalismo ortodoxo. Tanto el keynesianismo tradicional de Blaug, como la vertiente de izquierda que expresó Joan Robinson tuvieron en cuenta a Marx, para formular un enfoque centrado en la existencia de variadas opciones tecnológicas, que el autor de El Capital no habría percibido.

La plusvalía

Lenin ✆ Petrov Vodkin, 1934
Vladimir Ilich Lenin  |  Al alcanzar la producción de mercancías determinado grado de desarrollo, el dinero se convierte en capital. La fórmula de la circulación de mercancías era: M (mercancía) -- D (dinero) -- M (mercancía), o sea, venta de una mercancía para comprar otra. Por el contrario, la fórmula general del capital es D -- M -- D, o sea, la compra para la venta (con ganancia). Marx llama plusvalía a este incremento del valor primitivo del dinero que se lanza a la circulación. Que el dinero lanzado a la circulación capitalista "crece", es un hecho conocido de todo el mundo. Y precisamente ese "crecimiento" es lo que convierte el dinero en capital, como relación social de producción particular, históricamente determinada. La plusvalía no puede brotar de la circulación de mercancías, pues ésta sólo conoce el intercambio de equivalentes; tampoco puede provenir de un alza de los precios, pues las pérdidas y las ganancias recíprocas de vendedores y compradores se equilibrarían; se trata de un fenómeno masivo, medio, social, y no de un fenómeno individual. Para obtener plusvalía "el poseedor del dinero necesita encontrar en el mercado una mercancía cuyo valor de uso posea la cualidad peculiar de ser fuente de valor", una mercancía cuyo proceso de consumo sea, al mismo tiempo, proceso de creación de valor. Y esta mercancía existe: es la fuerza de trabajo del hombre. Su consumo es trabajo y el trabajo crea valor. El poseedor del dinero compra la fuerza de trabajo por su valor, valor que es determinado, como el de cualquier otra mercancía, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción (es decir, por el costo del mantenimiento del obrero y su familia).

Una vez que ha comprado la fuerza de trabajo el poseedor del dinero tiene derecho a consumirla, es decir, a obligarla a trabajar durante un día entero, por ejemplo, durante doce horas. En realidad el obrero crea en seis horas (tiempo de trabajo "necesario") un producto con el que cubre los gastos de su

Plusvalía extraordinaria y acumulación de capital

  • “La especial productividad del trabajo en una esfera especial de la producción o en una empresa concreta dentro de ella sólo interesa a los capitalistas de esta empresa o rama de producción, cuando permita a la rama especial de que se trate conseguir una ganancia extraordinaria con respecto al capital en su conjunto o conceda esta misma posibilidad al capitalista individual con respecto a los demás capitalistas de la misma rama de producción” | Marx, El Capital, III
  • “A esta confusión —determinación de los precios por la oferta y la demanda por los precios— hay que añadir que la demanda determina la oferta y ésta, a su vez, la demanda o, lo que es lo mismo, que la producción determina el mercado, a la par que el mercado determina la producción” | Marx, El Capital, III
Ruy Mauro Marini  |  En el curso de esta década, y en abierto contraste con la política represiva que, con raras excepciones, adoptaron los Estados en el campo científico y cultural, el marxismo ha tenido una notable difusión en los medios intelectuales y académicos latinoamericanos. Esto ha llevado a que, con mayor o menor grado de ortodoxia, los estudios realizados, desde el punto de vista de diferentes disciplinas, sobre la realidad de nuestros países incorporen en grado creciente el instrumental de análisis marxista. Esta incorporación es en sí misma un proceso, que presenta, de manera progresiva, un doble carácter: un mejor conocimiento de la obra de Marx y de las corrientes que de ella se han derivado, por un lado, y, por otro, un enriquecimiento de la representación formal de la realidad latinoamericana, en la medida en que, por obra de su propio desarrollo, las características y tendencias que le son inherentes a ésta se hacen más acusadas. Así, en economía, tras un rechazo airado a toda preocupación respecto a los problemas de la circulación y un sesgo productivista que correspondía al enfoque parcial con que Marx aborda los problemas en el primer libro de El Capital, se asiste ahora a un esfuerzo de los marxistas por aprehender el conjunto del ciclo económico, con lo que adquiere nuevo interés la dialéctica entre producción y circulación, que constituye el objeto de los dos primeros libros de la obra. Ello conduce a que aún estudios no